Las ocho Casas de la Universidad Veracruzana (UV) distribuidas en el estado de Veracruz se consolidan como espacios para que académicos y estudiantes comprometidos realicen estancias, proyectos de investigación, trabajos de participación de acuerdos con las Líneas Generales de Aplicación del Conocimiento de cada uno de los cuerpos académicos y sirven de vinculación con la sociedad del medio rural.
La Casa UV de Coyopolan, ubicada en la comunidad del mismo nombre del municipio de Ixhuacán de los Reyes, a cargo de Rafael Sol Salazar, es un ejemplo de la vinculación exitosa entre investigadores, académicos, estudiantes y comunidad.
Ángeles Cardona, académica de la Facultad de Administración campus Veracruz, quien actualmente desarrolla el proyecto “La organización comunitaria, los proyectos de capacitación y el desarrollo sustentable en vinculación con las Casas de la Universidad” en la Casa de Coyopolan, comentó que las comunidades receptoras son espacios idóneos para fusionar los conocimientos y el ejercicio académico con la realidad social que viven los pobladores de las comunidades rurales.
“La participación en una lógica de organización territorial donde planear el desarrollo sustentable implique o deba ser una perspectiva de inclusión social, de género, de calidad de vida, pero sobre todo del fortalecimiento de la identidad cultural”, explicó, debe ser tomada en cuenta para incentivar la vinculación entre la comunidad académica y los pobladores.
En la Casa Coyopolan se desempeñan varias actividades: una pedagoga apoya en las clases de cómputo a niños de primaria, una nutrióloga enseña a las amas de casa mejores hábitos alimenticios, un dentista instruye sobre hábitos de higiene bucal y aplica flúor haciendo hincapié en pacientes con daños severos en su dentadura.
Además, un químico toma muestras sanguíneas que son analizadas y remitidas al enfermero para su atención en los niños, hombres o mujeres que presentan algún padecimiento; se mantiene contacto directo con la población de nueve comunidades mediante pláticas que van desde la capacitación en procesos productivos hasta el empoderamiento de su comunidad.
Las poblaciones que atiende son: Atecaxil, Buena Vista, Cerro Boludo, Cocoxatla, Coyopolan, La Alameda, Monte Grande, Tlalchy y Xixicazapán, las cuales están insertas en el programa de vinculación de la propia Casa Coyopolan e implica un recorrido diario de 30 a 40 minutos para visitarlas, conocer sus necesidades y, en la medida de lo posible, brindarles alternativas de solución.
Mención aparte merecen las mujeres de cada una de las comunidades receptoras, quienes debido a la migración de sus esposos y parejas ahora tienen más participación en espacios formales de decisión política, educativa, religiosa y social.
Mujeres productivas
Ellas se han dado a la tarea de trabajar por sus milpas, aprender a realizar hortalizas en traspatio, hacer los alimentos de sus hijos y llevárselos a la hora del “descanso” en sus escuelas, así como en sus tiempos libres convertirse en mujeres productivas.
Académicos y alumnos han contribuido a que las mujeres desarrollen una actividad productiva específica, es así como en La Alameda las mujeres se distinguen en la orfebrería con artesanías hechas a base de imaginación y delicadeza, elaborando aretes, anillos, pulseras, entre otras.
En Coyopolan las mujeres trabajan de forma vinculada con académicos y estudiantes de la UV. Además, realizan bordados, participar en clases de canto, lectura y zumba, así como en elaboración de los famosos tamales de elote negro conocidos como chocos.
En Tlalchi se distinguen por su talento culinario en la realización de la pasta de mole, mientras que en Atecaxil las familias siembran, cultivan y cosechan la zarzamora que después es transformada en mermelada y vino. En Xixicazapán se dedican al cuidado de las aves de corral y en Monte Grande las mujeres están dispuestas a capacitarse y mejorar sus habilidades en la realización de repostería.
De esta forma, las Casas Universitarias de Atlahuilco, Coyopolan, El Conejo, El Paisano, La Chinantla, Molino de San Roque, Tlapala y Vecinos de El Manglar, permean en las comunidades e integran las funciones universitarias sustantivas en espacios comunitarios construidos para reorientar los procesos de enseñanza-aprendizaje, de investigación y de distribución social del conocimiento.