Agotamiento de los acuíferos y de aguas profundas a causa de la sobrexplotación, contaminación a gran escala por desechos domésticos, agrícolas e industriales, inversiones desproporcionadas para obras que se centran en la extracción y trasvase, falta de transparencia y opacidad en el manejo de recursos públicos para su distribución y un acceso desigual para los pobladores, son algunos de los problemas más emergentes de la crisis del agua en México.

 

Como una forma de construir soluciones conjuntas a la crisis hídrica que sufre el país y que llevó a la reforma constitucional en febrero de este año, en la que se reconoce el derecho humano al agua, académicos especializados en el tema y representantes de la sociedad civil se dieron cita en la Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) para dar cuenta del origen y posibles soluciones al problema de abasto y distribución del vital recurso.

 

En el encuentro se abordaron algunos de los contenidos del Congreso Nacional Cuencas y Ciudadanos. Tercer Congreso Nacional de la Red Temática del Agua del Conacyt: Ciudadanos y sustentabilidad del agua en México, que se llevará a cabo este 7 y 8 de diciembre en el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la UAM, convocante junto con la Red Temática del Agua Conacyt, 26 redes más, instituciones y organizaciones sociales.

 

En el rubro de las propuestas ciudadanas para la Ley General de Aguas Nacionales se habló de la necesidad de cambiar el paradigma del agua, pues ya no se debe pensar en cómo extraerla más, sino cómo gestionarla mejor, sostuvo Angélica Koniecki Garza, de la Red de Acción por el Agua.

 

Enfatizó que este derecho humano implicó la modificación del artículo cuarto constitucional, y abarca cinco dimensiones: disponibilidad, calidad, aceptabilidad, accesibilidad y asequibilidad, pues no basta con que el recurso esté, sino que sea limpio y los pobladores lo obtengan de forma accesible.

 

Explicó que el agua debe obtenerse sin discriminación, con participación ciudadana en su gestión, con acceso a la información y transparencia, por lo que crea deberes y responsabilidades para el Estado y los operadores e implica el diseño de un marco jurídico para su implementación.

 

Entre los desafíos se encuentran la construcción conjunta, consensuada y participativa de soluciones para lograr acceso al agua potable y para saneamiento, considerando la sostenibilidad y equilibrio ambiental, así como el respeto a las culturas y tradiciones, privilegiando soluciones en lo social, económico y ambiental.

 

En su intervención Elena Burns, del Centro para la Sustentabilidad Centli, detalló  que la estrategia nacional es generar leyes que aseguren en 15 años la viabilidad de la cuenca para las 13 regiones hidrológicas en México, pues la solución no es mover el agua e invertir muchos recursos en llevarla de un lugar a otro, sino aprovecharla donde cae.

 

Advirtió que de forma operativa todo se centraría en las cuencas, pues en el país hay alrededor de 200. Se formaría un Consejo para garantizar su manejo pues ellos conocen los requerimientos y la integralidad del recurso con el ecosistema. Se construiría la representatividad por cuenca sin tener que pasar por los intereses de Partidos Políticos, la idea es que cada consejo elabore su plan rector para cumplir con metas específicas.

En lo fundamental se busca el agua para todos, “si no se prioriza el uso humano habrá mucha escasez; hay que aprender a vivir con poca agua”, sostuvo.

Por su parte, Cati Illsley, del Grupo de Estudios Ambientales A.C., refirió la necesidad de la gestión de sistemas locales de agua potable y saneamiento, incidiendo en los municipios, pero también en todos los niveles de gobierno estatal y federal.

Señaló que actualmente hay 2,517 organismos operadores de agua que abastecen a 2,454 cabeceras municipales, pero no tienen capacidad para cubrir las cerca de 200 mil localidades rurales donde gracias a los sistemas de autogestión no sólo se proveen de agua, sino que cuidan las zonas proveedoras. 

Para ello, apuntó, es necesario reconocer los sistemas comunitarios de autogestión que además de fomentar la responsabilidad y autogestión de usuarios, aprovechan aguas pluviales y desarrollan sistemas para el tratamiento y reuso.

Reconoció la importancia de la cuenca como núcleo de organización y subsistencia, por ello la necesidad de infiltrar agua en ella y lograr acuerdos intermunicipales para el uso de aguas superficiales y no profundas.

Una gota de agua

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