Pocas son las personas que al morir dejan su nombre escrito en la historia de la ciencia de un país, muchas menos las que lo dejan escrito en el cielo. Guillermo Haro Barraza, nacido el 21 de marzo de 1913 en la Ciudad de México, fue una de estas personas.
Por un lado, Haro es considerado uno de los fundadores de la astronomía mexicana moderna y, por el otro, fue un acucioso investigador que participó en el descubrimiento de numerosos cuerpos celestes: varias novas, una supernova, un cometa que en su honor se llama Haro-Chavira y las nebulosas de estrellas en formación, conocidas como objetos Herbig-Haro.
Sin embargo sus estudios originales fueron en Filosofía y ya después se empezó a interesar en la astronomía, disciplina a la que le dio tal dedicación que fue contratado en 1943 (a los 30 años) como asistente del recién fundado Observatorio Astrofísico de Tonantzintla.
Después de este nombramiento estuvo en el Harvard College Observatory, de 1943 a 1944, y a su regreso a México continuó en el Oservatorio de Tonantzintla, , donde empezó su estudio sobre estrellas extremadamente rojas y extremadamente azules.
Creador de instituciones
Durante su vida, Haro promovió el desarrollo de la ciencia de México a través de la creación y la consolidación de distintos observatorios astronómicos.
De 1948 a 1968 fue director del Observatorio Astronómico Nacional (OAN) y del Instituto de Astronomía, ambos de la Universidad Nacional Autónoma de México. El observatorio estuvo primero en Tacubaya, sin embargo, el crecimiento de la ciudad de México y su consecuente contaminación lumínica hicieron que se mudara a Tonanzintla, Puebla. Años más tarde, las mismas causas lo obligaron a trasladarse a Baja California, donde sigue hasta ahora con el nombre de Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir.
Haro fue fundamental no solo para que el OAN encontrara mejores sitios de observación de la bóveda celeste, sino también, para mejorar y modernizar la infraestructura de las dependencias donde trabajó. Además, durante esos veinte años como directivo en el instituto y los observatorios, Haro buscó unificar los dos polos de desarrollo de la astronomía mexicana: la enseñanza y la observación.
En ese mismo periodo también fue Director del Observatorio Astrofísico de Tonanzintla. Más adelante, en 1972, contribuyó a transformarlo al actual Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y fue su primer director, puesto que ocupó hasta 1984. Desde esta dependencia impulsó los primeros desarrollos de la óptica, la electrónica y el cómputo en México.
Su espíritu pionero lo llevó a fundar el Boletín de los Observatorios de Tonanzintla y Tacubaya (este dio origen a la actual Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica) en 1952, y a ser su editor hasta 1973. Durante su existencia, esta revista tuvo un amplio prestigio internacional.
Participó también en la creación de la Academia de la Investigación Científica (hoy Academia Mexicana de Ciencias) y fue uno de sus presidentes. Durante este periodo, contribuyó a establecer los premios para jóvenes investigadores menores de 40 años.
Asimismo, por medio del hoy extinto Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) –antecedente del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), promovió en 1962 el inicio del programa de becas de posgrado en el extranjero del gobierno de México, cuando no existían sistemas institucionales para ello. Un año más tarde, Haro propuso la creación de una dependencia del gobierno federal dedicada al desarrollo de la ciencia y la tecnología; esta propuesta junto con otras, condujeron a la creación del Conacyt en 1971.
Investigador de buena estrella
Haro utilizó el telescopio principal del OAN (conocido como Cámara Schmidt) con gran maestría y, a partir de sus trabajos con este instrumento, estableció importantes áreas de investigación que posteriormente se propagaron y cultivaron en todo el mundo. Algunas de estas áreas estudian los objetos Herbig-Haro, las estrellas ráfaga y las estrellas T-Tauri, nebulosas planetarias y galaxias azules con líneas de emisión muy intensas, investigaciones que colocaron a México en el mapa astronómico mundial.
Guillermo Haro consideraba que la investigación científica era importante para el desarrollo de un país. “No es exageración, ni estrechez de especialista, considerar que ciertas y fundamentales ideas y conocimientos astronómicos presiden y dan el tono a una cultura. La concepción heliocéntrica de Copérnico resulta, por sí sola, la más profunda y trascendente revolución cultural”, dijo durante su discurso de ingreso como miembro de El Colegio Nacional, en 1953.
Además, buscó que las investigaciones en las que participaba tuvieran un impacto benéfico para la sociedad.
Guillermo Haro se casó con la escritora Elena Poniatowska en 1968.
Falleció en la ciudad de México, el 27 de abril de 1988.