La caña de azúcar es el cultivo que produce más calorías por hectárea que cualquier otro, es el combustible que todo ser humano consume y el producto que en el concierto comercial internacional ha tenido tanta importancia como el petróleo, aseguró Horacio Crespo, adscrito a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, en el coloquio “La caña de azúcar: dinámicas sociales y espaciales, ayer y hoy”, organizado por el Instituto de Investigaciones Históricos-Sociales de la Universidad Veracruzana (UV).
El especialista de origen argentino doctorado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, expuso en su conferencia “Modernización, crisis y restauración; la agroindustria azucarera en México desde la perspectiva de Morelos 1880-1940” que el azúcar ha sido el movilizador esencial de la cultura europea en su expansión hacia el resto del mundo.
“Es todo un milenio de marcha hacia el Oeste, desde sus orígenes en la zona de Indonesia. Ha pasado por la India, el Mediterráneo, las islas cercanas a África y España, hacia las islas de Las Antillas y el continente americano, para cerrar su periplo alrededor del planeta al llegar a las Filipinas”, señaló Crespo.
El recorrido de la caña de azúcar hacia Morelos se da desde la época de la Colonia, después de que Hernán Cortés intenta su cultivo en Coyoacán, con escasos resultados positivos.
Para el también becario Guggenheim en 1998, la modernización mediante la instalación de ingenios azucareros se da en Morelos desde la década de 1880, aunque a inicios del siglo XX registra caídas espectaculares. Ello no incide negativamente en su expansión hacia los estados de Veracruz, Sinaloa y Tamaulipas.
“Se trata de un proceso al que es imposible asomarse ingenuamente, sin considerar su dimensión distinta, el grado de consecuencias y sus dificultades como sector sumamente afectado por un mal manejo en el mercadeo, que se agrava por el estrepitoso derrumbe de los precios internacionales entre 1895 y 1910.”
Crespo señaló que debe ser motivo de estudio y análisis el porqué la industria azucarera nacional ha sido incapaz, en 500 años de historia, de ser competitiva en términos de mercado internacional.
Refirió la presencia en Morelos de Felipe Ruiz de Velasco, no precisamente un gran hacendado y sí el primero que cultiva caña sin procesarla él mismo para convertirla en azúcar; vendía su producto al ingenio de Zacatepec.
Este personaje publicó en El Monitor de Morelos un estudio en que plantea, quizá por vez primera en el mundo, la separación entre los sectores cañero e industrial. “Quien se especializa en agricultura, debe producir muy buena caña; quien se especializa en ingenios, debe ser un experto en convertir la sacarosa en azúcar”, redactó Ruiz de Velasco, pero es la Secretaría de la Reforma Agraria la encargada de disolver esta vinculación vertical y negativa, aunque el resultado haya sido la subordinación del sector campesino al empresarial.
Actualmente, la realidad azucarera en México cobra caracteres dramáticos por la presencia de los obreros migrantes, la corrupción de los empresarios que venden sus ingenios convertidos en chatarra y luego de saquearlos, la miseria en que subsisten los cortadores con sus familias, la corrupción sindical que –curiosamente– no ha sido tan acentuada como en otros sectores gremiales. Fue, de hecho, el sector azucarero el que nutrió y sostuvo la fuerza de la CTM en la época del líder Fidel Velázquez.
Hoy se hace necesario recoger la memoria de la industria antes de que desaparezca todo vestigio; recobrar artículos como los de Ruiz de Velasco, el léxico y hasta el arte relacionado con el cultivo de la caña de azúcar.
“En asuntos de la investigación, veo muchos nombres que desconozco”, indicó el especialista. Ello indica que hay gente nueva involucrada en estos asuntos, lo cual es garantía de que habremos de encontrar nuevas propuestas para la revitalización de esta histórica industria, finalizó Crespo.