Los centros históricos deben verse como plataformas de desarrollo de las ciudades, pues además de los elementos culturales que albergan pueden generar fuentes de empleo y recursos económicos durante -y después- de su rehabilitación, aseguró en la Universidad Veracruzana (UV) Patricia Rodríguez Alomá, directora del Plan Maestro para la Revitalización Integral de La Habana Vieja de la Oficina del Historiador.

Para la investigadora, es posible la utopía de un futuro mejor para los centros históricos y una muestra es La Habana Vieja, que se rehabilitó “contra viento y marea” en uno de los peores escenarios económicos de la historia de Cuba en la década de los noventa.

Rodríguez Alomá participó con la conferencia magistral “Hacia una gestión responsable del Centro Histórico: La planificación integral del desarrollo” en la inauguración del II Coloquio Internacional y III Coloquio Nacional de la Red de Estudios sobre los Centros Históricos, que organizó la Facultad de Arquitectura de la UV los días 13 y 14 de junio.

Compartió la experiencia que han tenido en el proceso de rehabilitación de La Habana Vieja, que además de activar espacios culturales con vasta riqueza histórica, generan empleo en su rehabilitación y posteriormente en su operación, al mismo tiempo que generan recursos.

Patricia Rodríguez destacó la importancia de que la sociedad y su clase gobernante reconozcan que la cultura es una plataforma de desarrollo y subrayó que en particular los centros históricos contienen historia fundamental de la ciudad que los alberga, así como elementos culturales tangibles e intangibles de vital importancia.

De igual forma, mencionó que para aquellos que están en proceso de rehabilitación, es importante tomar en cuenta aspectos sociales y “no quitarles el alma”. Además aclaró que la manera en que se enfoquen las cosas en los centros históricos, es aplicable al resto de la ciudad.

Mencionó desafíos fundamentales: implementar las nociones pioneras de gestión urbana; reconocer la cultura como plataforma de desarrollo; aplicar un enfoque de equidad social; asumir la doctrina urbana contemporánea y gestionar el desarrollo integral del territorio.

Continuó con elementos de crisis: graves problemas sociales; deterioro del patrimonio edificado; deterioro del espacio público, por el mercado ambulante, la inseguridad, entre otros factores; las redes de infraestructura están obsoletas, además hay complejidades normativas, institucionales e intereses –pues algunos patrimonios están intestados, por citar un caso.

Añadió elementos de oportunidad: hay una concentración de patrimonio intangible importante y patrimonio edificado valioso; su localización es privilegiada en la ciudad; continúan en el asentamiento estructuras de poder, como las catedrales y las entidades gubernamentales, y resguardan valores simbólicos reconocidos para la mayor parte de la población.

“La premisa sería concebir ese centro histórico como un territorio de innovación y enfocar el desarrollo humano como un objetivo fundamental y que el eje transversal sea la cultura, aquello que abunda, el gran recurso del centro histórico”, dijo.

Asimismo, Patricia Rodríguez enlistó los componentes de la gestión de desarrollo integral: gobernabilidad; sostenibilidad cultural, económica y social, y la sustentabilidad medioambiental.

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