Estudiantes de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Veracruzana (UV) utilizan en sus prácticas de laboratorio instrumental elaborado con materiales económicos, que a la par representan una reducción en el costo de reactivos y en el volumen de residuos peligrosos que generan.
Yolanda Uscanga Feria, académica de la Facultad, explicó que esta iniciativa surgió de un método impartido a los docentes por el profesor de la UNAM, Alejandro Baeza, quien trajo a la UV durante el periodo intersemestral el curso Química a Microescala.
“La idea es empezar a hacer algunos equipos y materiales tanto para la química analítica como para química inorgánica y básica que probablemente algunos profesores comiencen a implementar en fechas próximas”, dijo.
El primero de los prototipos que construyeron es una micro bureta que requerirá de solamente cinco mililitros de solución, mientras que una bureta convencional requiere de 50 mililitros, explicó. Ya se han realizado pruebas de cotejo entre ambos dispositivos obteniendo resultados con un margen de error de dos por ciento.
Durante las prácticas de laboratorio, agregó, los estudiantes realizan el experimento como siempre y posteriormente lo practican en los equipos recién construidos.
Uscanga Feria detalló que una bureta normal cuesta alrededor de mil 800 pesos, más el soporte y las pinzas que lo sostienen; por otro lado, “la micro bureta se hace con jeringas, una llave de tres vías de venoclisis y el soporte es elaborado con fragmentos de aluminio o lámina, éste acaba costando alrededor de 60 pesos, con 110 pesos se arma el equipo completo”.
En una clase promedio a cada equipo de alumnos se les asigna una bureta, tal situación ocasiona que uno o dos estudiantes por sesión practiquen realmente la operación de los dispositivos, en ese sentido con los equipos a microescala “cada quien puede tener el suyo con el objetivo de desarrollar sus propias habilidades”.
El tercer beneficio que estos nuevos equipos proporcionan a la Facultad se refleja en el costo económico del manejo de los residuos tóxicos que la UV paga a una empresa para que procese los desechos generados durante las prácticas escolares, éste se reduce debido a los volúmenes resultantes de dichas actividades, “incluso estamos implementando algunas prácticas para tratar los residuos y pueda evitarse el pago por el manejo del desecho tóxico, pensamos que algunos se pueden reutilizar, otros reactivar, y así sea lo menos posible lo que se lleve la empresa”.
La profesora explicó que con las buretas se determinan las concentraciones de sustancias desconocidas, por ejemplo la determinación de ácido acético en un vinagre comercial; “nosotros determinaremos su concentración a través de hidróxido de sodio en la bureta, una sustancia que nos da esta valoración”.
Este tipo de mediciones tienen numerosas aplicaciones en la industria de lácteos, acerera y petrolera, son valoraciones que se realizan comúnmente en laboratorios.
“Es un método cuantitativo que puede determinar, por ejemplo, la concentración de algún metal pesado en el agua, esta técnica efectúa una medición de lo que está presente.”
Comentó que otro de los dispositivos que buscarán desarrollar es un agitador que se elabora a partir de un ventilador de computadora que ya no funciona, un pequeño imán y un cargador de celular que no esté en uso, con ello se crea un dispositivo giratorio que permite agitar las soluciones.
“El doctor Baeza tiene la mejor disposición para volver a la UV seguir capacitando académicos en la construcción de estos dispositivos químicos en microescala, asimismo para que los jóvenes universitarios desarrollen este tipo de habilidades”, apuntó.
Respecto a la primera vez que los universitarios conocieron los dispositivos, la académica recordó: “Cuando hicimos la primera práctica estaban fascinados, realmente están muy motivados, yo adquirí los primeros ocho equipos y ellos solicitaron el suyo, ahora nos encargaron 10 y vamos a comprar los insumos para que armen su dispositivo, creo que después de esos primeros 10 habrá otros 10 y así sucesivamente, se dan cuenta que están ahorrando”.
Señaló además que quizás en un futuro se destine una parte de la cuota del patronato para la adquisición de su propio equipo de laboratorio en microescala, “darles un portafolio con el equipo para que cada quien llegue y pueda trabajar en el laboratorio”.
Más económicos y menos frágiles, opinan estudiantes
Varios estudiantes de tercer semestre que realizan prácticas de laboratorio coincidieron en señalar las cualidades de estos dispositivos en microescala, principalmente el hecho de manipular un equipo económico y de fácil sustitución en caso de presentar alguna falla.
Otros jóvenes reconocieron también la importancia de reducir las cantidades de reactivos necesarios para sus prácticas, al igual que la reducción en materia de generar residuos tóxicos.
Ariel Valencia Alarcón comentó que el propósito de la práctica es “observar el cambio de la coloración y le agregamos un indicador llamado fenolftaleína, de acuerdo al cambio es como se determina el cálculo de la concentración, esto se hace por goteo, la variación que se obtiene entre la bureta normal con la microbureta es de 0.01 por ciento, que es muy poco en realidad”.
Francisco Hernández Bellido opinó que el trabajo con los nuevos dispositivos es “básicamente lo mismo que trabajar con el equipo normal y se generan menos residuos, ése es el objetivo de utilizar este equipo ya que en prácticas anteriores con el equipo habitual utilizábamos 5 ml de ácido, ahora en microescala usamos medio mililitro, de forma que los residuos que arrojamos al medio se reducen”.
Asimismo la cantidad de reactivos necesarios para efectuar la práctica es menor, lo que implica un menor gasto económico en materiales, estos equipos son más económicos y son menos frágiles, comentó Andrea Hernández Méndez.
Cuando vieron por primera vez armada una microbureta su reacción fue reír porque parecía muy pequeña, semejante a un juguete, “pensamos que iba a costar más hacer la práctica y resultó que es mucho más sencillo”, agregó la estudiante.
“Con el tiempo nos iremos acostumbrando a trabajar de esta forma, obviamente como todo, con la práctica te vas acostumbrando y va siendo más fácil”, manifestó Pedro Omar Daza González, quien agregó que únicamente la bureta cuesta mil 800 pesos, mientras que este dispositivo llega a costar, ya ensamblado, alrededor de 80 pesos.
Anat Abigail González Rodríguez reconoció que “tal vez no esperábamos los resultados tan exactos porque la jeringa podría contener una burbuja de aire o no tiene capacidad para la misma cantidad de líquido, sabíamos que iba a ser diferente”.
En tanto Evelyn Sánchez Olivares comentó: “Nos emociona el hecho de que cada quien podrá tener su propia microbureta, ello también reduce costos para cada uno y ahora todos podemos montar el aparato de titulación, es una gran mejora”.