Ileana Jimena Granillo Suárez, egresada de la Licenciatura en Biología de la Universidad Veracruzana (UV), desarrolló en 2011 su trabajo de tesis en comunidades del Sistema Lagunar de Alvarado (SLA), capacitando a un grupo de pobladores sobre las propiedades biológicas del lirio acuático y mostrándoles cómo elaborar artesanías con esta planta.

         Dos años después su trabajo es vigente. Mujeres y hombres que antes se dedicaban a la acuacultura, a actividades domésticas y de conservación del medio ambiente, ahora también son artesanos y han diversificado su producción aprovechando, de forma sustentable, recursos naturales.

         Además, Jimena acaba de ganar el primer lugar del Concurso Nacional de Trabajos Universitarios sobre Humedales y Áreas Marinas Protegidas 2013, convocado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), el Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Programa Universitario de Medio Ambiente de la Universidad Nacional Autónoma de México (PUMA-UNAM).

         La universitaria participó en la categoría Manejo con la tesis “Capacitación a un grupo de pescadores ribereños para la elaboración de artesanía de lirio acuático como una alternativa de manejo en el humedal de Alvarado, Veracruz”, y fue asesorada por Blanca Elizabeth Cortina Julio, integrante del Instituto de Investigaciones Biológicas de esta casa de estudios.

         El de Granillo Suárez fue uno de los más de 300 trabajos que concursaron en la citada categoría.

 

“Nunca imaginé un primer lugar”

Jimena se enteró de la convocatoria para el concurso gracias a un correo que le envió su directora de tesis, quien le insistió en que participara pues sabía que su investigación cumplía a la perfección con los requisitos.

         “La mandé por Internet y también por paquetería. Sabía que era un buen trabajo pero nunca imaginé que ganaría un primer lugar. Cuando concursé ya no estaba en Xalapa sino en Guanajuato, de donde soy, pero dejé los datos de mis tíos y fueron a ellos a quienes les notificaron.”

El familiar de Jimena le escribió un correo para darle la buena noticia, sin embargo ella no podía creerlo: “Hablé por teléfono a la Conanp y hasta les pregunté ‘¿sí es el proyecto del lirio acuático?’ e hice que la persona que contestó me dijera todo el título del trabajo”, relató.

Después de unos segundos escuchó “Capacitación a un grupo de pescadores ribereños para la elaboración de artesanía de lirio acuático como una alternativa de manejo en el humedal de Alvarado, Veracruz”, y así se convenció de que era realidad.

“Mi primera reacción fue hablarle a mi maestra, porque este premio es de ella y del grupo de pescadoras y pescadores, quienes me permitieron trabajar con ellos.”

La noticia ya llegó al SLA, durante la celebración del Día Internacional del Manatí: “Se les informó que la tesis que realizó Jimena junto con ellos había ganado un primer lugar nacional. Las pescadoras se emocionaron mucho, se pusieron muy contentas, y esto además les anima a seguir adelante con el proyecto, a darle difusión”, destacó Cortina Julio.

 

El desarrollo de la tesis

La investigadora relató que la idea de impulsar el manejo sustentable del lirio acuático surgió hace varios años, pero no había quién la hiciera realidad. Las cosas cambiaron cuando la entonces estudiante le solicitó que dirigiera su tesis.

“A quienes me piden que sea su asesora primero los invito a que conozcan qué estudios se están desarrollando en el humedal, para que comprendan el contexto en el que se desenvolverán”, compartió Blanca Cortina.

Así, una vez que la joven concluyó su servicio social en el SLA, se enfocaron en la propuesta. Para Jimena, que es muy tímida, la idea de trabajar con los alvaradeños, y en especial con las pescadoras, la ponía un poco nerviosa “pues son personas con mucho carisma y mucha energía. Además tienen una personalidad muy fuerte”.

Al concretar la iniciativa la presentaron a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), buscando apoyo para realizarla. La respuesta fue negativa y como principal argumento señalaron que el lirio “era una planta tóxica”.

Cuando compartieron la noticia con las mujeres de Alvarado ellas se molestaron e incluso cuestionaron el veredicto, recordó Cortina: “Expresaron ‘¿Cómo es posible que digan que es tóxico si hasta las vacas se lo comen y hasta ahora no les ha pasado nada?’. Les comenté que no se preocuparan, que someteríamos la propuesta a la convocatoria del Programa de Conservación para el Desarrollo Sostenible (Procodes) 2010, y que si no era aprobada Jimena les enseñaría cómo hacer las artesanías, aunque el proceso fuera más lento”.

         Eso no fue necesario, pues finalmente obtuvieron el tan anhelado subsidio. Si bien en el SLA la planta de lirio es abundante, el proceso para realizar las artesanías consta de varias etapas y se requieren otros materiales. En el momento en que Jimena desarrolló la tesis también hubo que cubrir lo correspondiente a traslados y capacitación.

El financiamiento, indicó la universitaria, fue administrado por los integrantes de la comunidad, quienes autorizaban las compras y pagos necesarios para la capacitación. Ésta fue impartida por la señora Socorro Espinosa Jiménez, quien vive en la comunidad Costa de la Palma, aledaña al humedal de Alvarado, y tiene vasta experiencia en la elaboración de artesanías con lirio acuático.

Antes de entrar en la materia hubo tres talleres en los que se abordaron aspectos biológicos de esta planta. Durante más de un mes la joven viajó a la casa de doña Soco, como es conocida entre los pobladores, para registrar todo lo que implica elaborar un objeto a partir de esta planta. “Me enseñó cómo se ponía a secar el lirio para después procesarlo y obtener la materia prima. También me mostró cómo tejer las bolsas”, relató.

         En dicha comunidad, previo a cada taller, ambas preparaban lo que se les enseñaría a las pescadoras y a los pescadores que incursionarían como artesanos. Después se trasladaban en lancha a la Casa de la Cultura de Alvarado, sede de las capacitaciones. “Ella tenía un amplio conocimiento sobre la elaboración de artesanías y fue quien las capacitó. Yo servía como apoyo y documenté paso a paso el proceso. En total fueron cinco semanas y en cada una de ellas se realizaron dos sesiones”.

         Cada día se destinaba a una actividad distinta. Lo primero que aprendieron fue cómo recoger el lirio, pues sólo se debe cortar el tallo. Después se pone a secar al sol, ya sea sobre los techos de las casas o en un tendedero. Conforme la humedad se evapora, el color verde torna a café y una vez que concluye el proceso de deshidratación, el tallo “se alisa” con la ayuda de un trapo húmedo, pues “debe quedar plano para poder emparejar las tiras”.

         En eso consistió la práctica de la primera semana, pues ya para la segunda comenzaron a conocer distintas técnicas para tejer el lirio, desde aquella en la que al entrecruzar las tiras se obtiene una estructura similar a la de un petate hasta la que es un trenzado.

Las semanas posteriores aprendieron a hacer bolsas, tortilleros, canastos, cojines y manteles individuales, artesanías que fueron expuestas al concluir los talleres. En ese mismo evento representantes de la Conanp evaluaron el trabajo realizado y los participantes recibieron constancias de participación.

 

Lo que Alvarado le dejó

Jimena describió al SLA como un “lugar hermoso” en el que el visitante se pierde en sus paisajes. Además compartió que este trabajo le ha dejado mucho, tanto en el plano personal como en lo profesional. “Cuando platicaba con otros compañeros sobre la tesis recibía comentarios desfavorables, como que el promover el uso de un recurso natural –como el lirio– no era sustentable. También decían que la educación ambiental no era una tarea del biólogo. Son puntos de vista que respeto, pero que no me impidieron salir adelante”.

         Cuando llegó al SLA lo primero que llamó su atención fue la actitud de la gente, su forma de vivir, con muchas ganas de salir adelante. “En cada taller las pescadoras daban el 100 por ciento de su esfuerzo y eso es muy admirable, porque no desisten, son muy fuertes. Por eso decidí quedarme, porque fue también un reto que me fortaleció no sólo como bióloga, sino a nivel personal”.

A nivel profesional la experiencia le ayudó “a ver el valor que tiene la gente en este tipo de proyectos, la importancia que tiene involucrarlos en este tipo de iniciativas”.

Jimena estudió la Licenciatura en Biología de 2005 a 2009 y concluyó su tesis en abril de 2011. A pesar de que la capacitación que impulsó terminó hace más de dos años, quienes participaron en dicha experiencia continuaron con el proyecto y compartieron lo aprendido con otros habitantes. Por lo anterior han mejorado las técnicas aprendidas y aumentado la variedad de artesanías.

En su tesis Jimena abarcó hasta la elaboración de éstas, pero también incluyó un apartado con una serie de recomendaciones, entre las que destaca su comercialización. “Ya aprendieron a elaborarlas, pero ahora deben evaluar cuánto tiempo lleva cada parte del proceso y cómo traducirlo a un costo”, mencionó.

         Por ello su siguiente meta es estudiar una maestría en la que como proyecto desarrollará una etiqueta verde que certifique la sustentabilidad de las artesanías, y en la que se mencione al grupo encargado de hacerlas y especifique de qué están elaboradas.

         El objetivo es enseñarles que es necesario que valoren su producto y que fijen costos, para que puedan comercializarlo tanto a nivel nacional como internacional, concluyó.

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