En los últimos 30 años la producción agrícola del país se estancó, lo que ha ocasionado que en la actualidad casi 80 por ciento de alimentos para el consumo nacional se tenga que importar.
Este impacto se minimizaría si se establecieran políticas encaminadas a favorecer la investigación agrícola nacional y a reforzar la organización y vinculación entre pequeños productores, quienes con prácticas tradicionales logran mejores rendimientos, a menor costo y con menos impacto ecológico.
Víctor Suarez Carrera, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, explicó que debido a la alta volatilidad en los precios, la caída de inventarios, el calentamiento global y el crecimiento en la demografía mundial, organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario internacional y la Unesco a través de la FAO están llevando a cabo diversas acciones para lograr como meta al 2050, un incremento en la producción mundial de alimento entre un 60 y 70 por ciento.
En la mesa Agricultura industrial frente a la agricultura campesina, detalló que hace algunos años hubiera sido impensable hablar de la autosuficiencia alimentaria como problema.
En el caso de México, indicó, las políticas buscan reintroducir una segunda revolución verde con organismos genéticamente modificados y herramientas tecnológicas muy costosas que de antemano dejan fuera a los pequeños productores, quienes han sido enmarcados sólo como sujetos de apoyo con programas de atención a la pobreza, restándoles sus derechos como productores.
La propuesta, enfatizó, sí es una revolución verde pero con campesinos y sin transgénicos que incluya además algunas cuestiones como recuperar la escuela agrícola tradicional campesina que tiene ocho mil años de existencia; retomar la escuela mexicana de mejoramiento genético de plantas, cuyos desarrollos logran mejoras en los granos sin afectar la biodiversidad.
También se debe considerar la agroecología que incluya la integración de conocimiento científico y desarrollos tecnológicos de punta como la microbiología, la biología molecular y los sistemas de localización geográficos, entre otros.
Un aspecto fundamental, advirtió es lograr la organización campesina autogestiva, ya que son muchos los grupos que se encuentran dispersos, desvinculados entre sí y que conforman una riqueza económica, social y cultural que pueden producir los alimentos que el país requiere.
Todas estas estrategias permitirían no sólo asegurar las demandas de alimentación actual, sino las de las próximas generaciones, apuntó.
El especialista en economía agrícola participó en la Feria de la biodiversidad Hagamos milpa fortalezcamos la agricultura campesina, espacio organizado por diversas organizaciones, así como el Posgrado en Desarrollo Rural y las licenciaturas en Producción Agrícola y Animal y Nutrición de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).