Camina con una cámara al cuello y sus ojos siempre inquietos están interesados en capturar todo aquello que mueve sus emociones. Pero no, no es un turista, es un científico que afianzó su interés por la investigación gracias a un medio de comunicación, la revista Scientific American.
 
Héctor T. Arita es un investigador adscrito al Laboratorio de Macroecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que se enfoca en la comprensión de la ecología de comunidades, macroecología y conservación de la diversidad biológica, pero también le preocupa la relación de la ciencia con los medios de comunicación.
 
«No es bueno hacer generalizaciones» dijo para referirse a las malas experiencias que tiene en el anecdotario sobre su relación con reporteros, pero luego dejó claro que es urgente «buscar que la comunicación entre científicos y los medios sea más sencilla».
 
Arita, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), está convencido de que «el público tiene interés en la ciencia, quiere descubrir cosas, emocionarse», sean cosas que están o pasan en nuestro planeta o a muchos millones de años de él.
 
Como invitado para dictar una conferencia en el Primer Seminario Iberoamericano de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación, que se realizó en Mérida en octubre, Arita compartió en entrevista un momento crucial en su vida. Él tenía doce años y su padre, trabajador de una empresa que nada tenía que ver con la investigación científica, le dijo que aprender inglés era importante y le llevó varios números de la revista Scientific American.
 
Corrían los años 60 y el boom del hombre en la Luna contribuyó a que Arita se enganchará aún más en la ciencia. Por estos y otros antecedentes, el científico sostuvo que la información que tiene que ver con ciencia, tecnología e innovación, temas que se difunden en los medios de comunicación, sirven «por el conocimiento mismo (…) pero también para librarnos de la charlatanería, como los ‘productos milagros’, por ejemplo”.
 
Arita nació en el Distrito Federal, estudio en la UNAM, hizo su posgrado en Florida, Estados Unidos, y durante los últimos cinco años trabaja en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM para entender cómo México es el quinto lugar en biodiversidad y explicar con datos y argumentos científicos, por qué es indispensable proteger y encontrar un equilibrio en el ecosistema y así evitar consecuencias como las que trajeron fenómenos hidrometeorológicos como Manuel e Ingrid.
 
Integración de proyectos
 
Para Francisco Larqué Saavedra, investigador del Centro de investigación Científica de Yucatán (Cicy) «la vinculación de actores (científicos y periodistas) debe verse como cosa importante para la integración de proyectos (…) porque los periodistas tienen la capacidad de traducir la investigación a un lenguaje que todo mundo entiende».
 
También miembro de la AMC, Larqué coincide en que no todas las experiencias entre investigadores y medios de comunicación son buenas, pero también sostuvo que «tener interlocutores correctos, hablando de periódicos y periodistas, además de esa sensibilidad que debe tener el investigador, puede ayudar a que la sociedad siga creyendo y apostándole a la ciencia».
 
Por último sugirió el «aguinaldo científico en las instituciones», explicó que este concepto se refiere a que «el científico debe aprender a poner en media cuartilla exactamente cuál es el avance que tiene en el trabajo que está investigando, en el lenguaje más simple para propiciar el interés de los periodistas».

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