Hace 540 años –el 19 de febrero de 1473– nacía en Toruń (actual Polonia) el astrónomo Nicolás Copérnico, que pasó a la historia por el desarrollo de la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, concebida en primera instancia por Aristarco de Samos.
Su libro, De revolutionibus orbium coelestium está considerado como el punto inicial de la astronomía moderna, además de ser una pieza clave en la revolución científica en la época del Renacimiento.
Copérnico pasó cerca de veinticinco años trabajando en el desarrollo de su modelo heliocéntrico del universo.
En aquella época resultó difícil que los científicos lo aceptaran, ya que suponía una auténtica revolución. La ruptura básica que representaba para la ideología religiosa medieval; la sustitución de un cosmos cerrado y jerarquizado –con el hombre como centro– por un universo homogéneo e indeterminado, situado alrededor del Sol, hizo dudar a Copérnico de publicar su obra, ya que era consciente de que le podía acarrear problemas con la Iglesia.
A causa de una enfermedad que le produjo la muerte, no alcanzó a verla publicada. Copérnico proporcionó las bases que permitieron a Newton culminar la revolución astronómica, al pasar de un cosmos geocéntrico a un universo heliocéntrico y cambiando irreversiblemente la visión del cosmos que había prevalecido hasta entonces.