Según la policía, más de 38 personas escucharon, y posiblemente vieron, al menos, uno de los ataques que sufrió Genovese. Nadie acudió en su ayuda o llamó a la policía. Solo lo hicieron después del tercer ataque, que acabó con su vida.
Esta exhibición de indiferencia colectiva provocó la cobertura de prensa sensacionalista, horrorizó a la nación, y promovió numerosos estudios psicológicos.
Uno de los estudios más famosos –realizado por los psicólogos sociales John Darley y Bibb Latané– llegó a la conclusión de que cuanto mayor sea el número de testigos en la escena de una emergencia o de un delito, menor será la probabilidad de que un individuo actúe. Esto es lo que en psicología se conoce como el Síndrome Genovese o el Efecto Espectador.
Los testigos entrevistados posteriormente dieron, en general, dos excusas para justificar su omisión: una fue el miedo y la otra el no querer involucrarse. Esto hizo que un capitán de policía se preguntase por qué alguien dudaría en tomar el teléfono y pedir ayuda desde la seguridad de su hogar.
La policía sostuvo que si les hubiera llamado después del primer ataque, Genovese probablemente habría sobrevivido a sus heridas, ya que un coche patrulla se encontraba a dos minutos de la escena del crimen en ese instante.