3000 a.c. Se inicia el computo del calendario egipcio: cuando la estrella Sepedet (Sirio) se hace visible, comienza el año egipcio con la primera estación Aknet o inundaciones, la que será seguida por Peret o invierno y luego por Shemu o verano. Es un calendario agrícola regulado por las inundaciones fertilizantes del Nilo. En Circa, en el 2400 a.c. se realiza un uso extendido del calendario egipcio, “Agnus Vagus”, ni solar ni lunar, sino calculado por la observación de las estrellas, y del recorrido heliaco de Sirio. El heliaco es un cálculo astronómico basado en el orto u ocaso de los astros que salen o se ponen, cuanto más, una hora antes o después del Sol. Este calendario se dividía en 12 meses de 30 días a los que se añadían 5 días al final del año. Hace 5013 años.
1613. En Argentina se funda la Universidad Nacional de Córdoba. Es la más antigua del país y la cuarta fundada en América; su presencia le imbuyó el sobrenombre de “La Docta” a la ciudad de Córdoba, porque durante más de dos siglos fue la única que existió en Argentina. El origen de la Universidad Nacional de Córdoba se remonta al primer cuarto del siglo XVII, cuando los jesuitas abrieron el Colegio Máximo, donde sus alumnos –en particular, los religiosos de esa orden– recibían clases de filosofía y teología. Este establecimiento de elevada categoría intelectual fue la base de la futura Universidad. Bajo la tutela de los jesuitas y el impulso del Obispo Juan Fernando de Trejo y Sanabria, en 1613, aunque no estaba autorizado para otorgar grados, se iniciaron los Estudios Superiores en el Colegio Máximo de Córdoba. Hace 400 años
1623. Nace en Clermont-Ferrand, Puy-de-Dôme, Francia, el matemático, físico y filósofo religioso Blaise Pascal, quien a los 18 años construyó una calculadora mecánica capaz de realizar operaciones como la adición y la sustracción. Tan sólo con 17 años redactó su Ensayo sobre las cónicas (Essai pour les coniques), que contenía lo que hoy se conoce como teorema del hexágono de Pascal. Como religioso rechazó siempre la posibilidad de establecer pruebas racionales de la existencia de Dios, cuya infinitud consideró inabarcable para la razón, admitió no obstante que esta última podía preparar el camino de la fe para combatir el escepticismo. La conjunción de su visión de ciencia y religión se reflejó en aceptar dos principios del conocimiento: la razón y el corazón. la razón (esprit géométrique), orientada hacia las verdades científicas y que procede sistemáticamente a partir de definiciones e hipótesis para avanzar demostrativamente hacia nuevas proposiciones, y el corazón (esprit de finesse), que no se sirve de procedimientos sistemáticos porque posee un poder de comprensión inmediata, repentina y total, en términos de intuición. En esta última se halla la fuente del discernimiento necesario para elegir los valores en que la razón debe cimentar su labor. Hace 390 años.
1963. En Hamden, Connecticut, Estados Unidos, fallece el genetista y agrónomo norteamericano Donald Fordsah Jones, quien fue el primero que comercializó maíz híbrido. En 1924, consiguió el primer maíz dulce híbrido que revolucionó la genética agrícola en la producción de diversos cereales; fue un destacado teórico y práctico en la hibridez agrícola basado en los principios genéticos creados por el genetista y monje agustino moravo Gregorio Mendel. Jones también creó el método genético para el tratamiento del polen estéril. Nació en Hutchinson, Kansas, Estados Unidos, el 16 de abril de 1890. Hace 50 años.
1993. Fallece en Perranaworthal, Reino Unido, William Gerald Golding, novelista y poeta británico, Premio Nobel de Literatura en 1983, conocido por su obra «El señor de las moscas». Su obra tiene la característica de que el ansia de poder y de autoafirmación causa que sus personajes lleguen hasta la barbarie. Por eso la fuente de la violencia social es, para el autor, la propia naturaleza humana y las elecciones que hagan los hombres con su libertad. Sin embargo, a pesar de su reputación de pesimista acerca de la naturaleza humana, tiene fe en la victoria final del bien en la historia: «Creo que el bien vencerá finalmente al mal. No sé cómo, pero tengo fe en su victoria. (…) No soy ni un teólogo ni un filósofo, sólo un narrador de historias. (…) Básicamente soy un optimista. Intelectualmente puedo ver que el equilibrio del hombre se encuentra 50%-50%, y sus posibilidades de estallar son de una a una. No puedo contemplar esto más que intelectualmente. Simplemente soy incapaz de creer que esto pase. Esto significa que soy por naturaleza un optimista y por convicción intelectual un pesimista, supongo». Hace 20 años.