El analista de nuevas tecnologías Eugeny Morozov ha asegurado que ni Internet ni las redes sociales como Facebook y Twitter pueden suplantar a la acción política en la implantación y consolidación de la democracia en países con regímenes autoritarios.
En una entrevista con Efe, Morozov (Soligorsk, Bielorrusia, 1984), autor del libro «El desengaño de Internet», ha desmitificado el potencial atribuido a Internet y a las redes sociales como motores para implantar la democracia y la libertad.
Pese a su juventud, 28 años, Morozov, profesor visitante en la Universidad de Stanford (California), donde reside, está considerado uno de los principales estudiosos del activismo político en Internet y las redes sociales y ha estado en Bilbao para participar en el II Encuentro Internacional de Comunicación Política.
Morozov ha llegado a la conclusión de que las redes sociales no pueden sustituir a la política tras observar lo ocurrido en Egipto al año de triunfar la revolución que derrocó al dictador Mubarak.
«Muchos jóvenes en Egipto y en otros países de Oriente Medio creían que Internet les iba a proporcionar una nueva forma de hacer política que no requiriera de líderes, ni jerarquías, ni partidos políticos», ha explicado.
«El error de ese pensamiento -ha advertido- lo vemos ahora en Egipto donde, esencialmente, tenemos una lucha electoral entre los Hermanos Musulmanes y los partidarios del antiguo régimen de Mubarak, y en donde esos jóvenes revolucionaros han visto sus expectativas menoscabadas».
El especialista en Internet ha reconocido la utilidad de la Red y las plataformas sociales como herramientas para desestabilizar a gobiernos autoritarios o para expandir la democracia, pero siempre «relacionadas con el contexto político» del país en que se usan.
«No podemos asumir, simplemente, que estas herramientas, independientemente de que las usemos en China, Estados Unidos, Rusia o Irán, van a lograr los mismos efectos, porque el contexto local introduce muchos condicionantes a la hora de tener éxito».
También ha alertado de que los regímenes autoritarios, a su vez, las usan de forma más «sofisticada» e «inteligente» que los disidentes, para espiar e incrementar el control sobre los opositores y la población en general.
Ha puesto como ejemplo lo sucedido en Siria, donde el uso de Internet no ha logrado desestabilizar el régimen de Bachar Al Asad gracias, entre otras cosas, a que el gobierno del país «ya tenía preparado su propio ejército electrónico, formado por un grupo de hackers dispuesto a atacar las páginas web de los opositores al régimen».
En este sentido, ha señalado que «en Occidente, tenemos que hacer algo si no queremos que Internet se convierta en una herramienta utilizada para la opresión y la represión» en los países con regímenes dictatoriales.
El joven analista ha criticado también el hecho de que «los intelectuales, los legisladores y los políticos europeos y occidentales se niegan a ver este lado negativo de Internet y siguen viendo a la red como algo inherentemente democrático y que beneficia a los disidentes, en vez de a los dictadores».
Morozov se ha mostrado pesimista respecto al futuro «viendo la necesidad creciente de las agencias de seguridad occidentales de controlar todo lo que ocurre «on line» para luchar contra el crimen y el terrorismo».
«También es fácil de imaginar -ha añadido- que de aquí a cinco o diez años los gobiernos tendrán todavía más acceso a nuestra información personal».
«Es hora ya, de que quienes estamos preocupados por la privacidad y la libertad (en la Red), articulemos una respuesta al respecto», ha proclamado.
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