Paul Cézanne “el padre de la pintura moderna”, nació el 19 de enero de 1839 en Aix-en-Provence, Francia, hijo de un acomodado fabricante de sombreros (y después banquero), del que dirá, no sin ironía: “Mi padre era un hombre de genio; me dejó una renta de 25.000 francos.”
Sin embargo, mientras vivió, Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento. Desconfiaba de los críticos, tenía pocos amigos y, hasta 1895, expuso sólo de forma ocasional. Fue un «pintor de pintores», que la crítica y el público ignoraban, siendo apreciado sólo por algunos impresionistas y, al final de su vida, por la nueva generación.
Paul Cézanne comenzó estudiando derecho en Aix, por deseo paterno, donde fue compañero de del futuro escritor Émile Zola, con quien mantendría una íntima (y compleja) amistad durante muchos años. La relación entre ambos terminó cuando Cézanne se identificó con Claude Lantier, un pintor incomprendido, incluso fracasado, el protagonista de la novela de Émile Zola “L’Oeuvre” (El Trabajo, 1901), en quien Cézanne se reconoció, lo que provocó la ruptura con su amigo de la infancia.
En 1861 se trasladó a París, a los 22 años, para seguir su verdadera vocación, la pintura. Allí trabó amistad con Camille Pissarro, diez años mayor, con quien comenzó a pintar al aire libre quien será para él lo más parecido a un maestro. También conoció a Manet y se integró en la tertulia de los impresionistas del café Guerbois.
Desde 1863, Cézanne enviaba anualmente sus cuadros al Salón oficial, siempre en vano.
En 1874 participó en la primera exposición del grupo impresionista, celebrada en el estudio de Nadar, pero solo volvería a exponer con ellos en una ocasión, en 1877, en la tercera de las muestras del grupo. La crítica lo consideraba como el artista más torpe y excéntrico del grupo. Las palabras denigratorias que los críticos dedicaban a su pintura —brutal, tosca, infantil, primitiva— se convertirían con el tiempo en términos de elogio para la originalidad de su obra.
Pero estas críticas provocaron que Cézanne decidiese no volver a exponer en las siguientes convocatorias del grupo y que se alejase de los circuitos artísticos para comenzar un camino personal.
A partir de 1878, año en que se trasladó a vivir con Hortense, su compañera, a L’Estaque, cerca de Marsella, comenzó a alejarse de la estética impresionista y a desarrollar un estilo propio.
Ahí, mientras sus colegas, encabezados por Monet y Renoir, iban conociendo el éxito, Cézanne siguió siendo ignorado hasta 1895. Entre noviembre y diciembre de aquel año, su primera exposición individual (unas 150 obras) en la galería del marchante Ambroise Vollard le ganó el respeto y la admiración de sus compañeros e hizo de él una referencia esencial para los pintores jóvenes.
Cuando Paul Cézanne murió, diez años después, ya era reconocido como una figura crucial del arte moderno.
A partir de ese momento su obra pudo ser vista en otras exposiciones y comenzó a ser valorada y a influir en los jóvenes fauvistas y en los futuros cubistas. Su exposición póstuma, celebrada en París en 1907, fue toda una revelación y desencadenó el comienzo del cubismo.
El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre. Pero, a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga también una importancia decisiva a un género propio del taller: la naturaleza muerta. A lo largo de toda su carrera, cultiva paralelamente el paisaje y la naturaleza muerta, que encarnan respectivamente el encuentro directo con la naturaleza y el laboratorio de la composición.
Cézanne consideraba inseparables forma y color. Su lenguaje pictórico se caracteriza por la utilización de áreas de color planas, aplicadas con pinceladas geométricas, que van configurando la superficie del cuadro. Sus paisajes, bodegones y retratos rompen con la concepción tradicional de profundidad, definida por planos sucesivos, e intentan captar pictóricamente la estructura interior de las cosas.
Durante toda su vida residió entre París y el sur de Francia, hasta que en 1900 se recluyó definitivamente en Aix-en-Provence, su ciudad natal. Un día, Cézanne se vio atrapado por una tormenta mientras trabajaba en el campo. Sólo después de haber trabajado durante dos horas bajo el aguacero decidió regresar a casa; pero en el camino se desmayó. Lo llevó a casa un conductor que pasaba. Su ama de llaves le frotó los brazos y las piernas para restaurar la circulación; como resultado, recuperó la consciencia. Al día siguiente, pretendía seguir trabajando, pero más tarde se desmayó; el modelo pidió ayuda; le metieron en la cama, en Lauves, de donde no volvió a salir. Murió de neumonía unos pocos días después, el 22 de octubre de 1906 y fue enterrado en el antiguo cementerio en su amada ciudad natal de Aix-en-Provence.
Después de su muerte, su estudio en Aix se convirtió en un monumento, Atelier Paul Cézanne, o les Lauves.