Renato Dulbecco, Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 1975 por el descubrimiento sobre la interacción entre los virus que causan tumores y el material genético de las célula, nació en Catanzaro, Calabria, Italia, el 22 de febrero de 1914.
En 1936 obtiene su doctorado en medicina de la Universidad de Turín, dos años después de haber obtenido la licenciatura, luego de que ingreso a la Facultad de Medicina cuando tenía 16 años.
En la Universidad de Turín permanece por varios años como miembro de la Facultad.
Durante la II Guerra Mundial prestó servicio como oficial médico en el frente francés y en el ruso; cuando cayó el régimen de Benito Mussolini, participó en la Resistencia.
En 1947 se trasladó a Estados Unidos, invitado por su antiguo compañero de estudios, Salvador E. Luria (quien posteriormente Premio Nóbel de Medicina y Fisiología de 1969), que había abandonado Italia para ponerse a salvo de las leyes raciales impuestas por el fascismo.
A principios de la década de los sesenta descubrió que algunos tipos de cáncer son causados por la infección de virus que penetran en el ADN de la célula, alteran su funcionamiento y determinan su degeneración. Es el hallazgo que le llevará al Nobel (junto a David Baltimore y Howard Temin) y que cambiará para siempre la manera de curar tumores.
Su trabajo se basa en el estudio sobre el cáncer y más concretamente en el mecanismo molecular de los procesos cancerosos y el papel de los virus en dicho mecanismo, y ha demostrado que sólo un número limitado de genes se ve afectado por las perturbaciones producidas en la célula por los virus oncógenos.
Sus últimos años de investigación estuvieron dedicados a la génesis de estas enfermedades, sobre todo al cáncer de mama. Impulsó además el proyecto internacional genoma humano, cuyo objetivo era trazar un mapa del ADN de nuestra especie. Para coordinar el equipo italiano del genoma, en 1987 volvió a su país, al Instituto de Tecnologías biomédicas del Consejo Nacional de Investigación (CNR) de Milán. Sin embargo, en 1995 el Estado suprimió la financiación y el proyecto naufragó. Fue una gran decepción para Dulbecco, que volvió a Estados Unidos con un regusto de amargura.
Ahí falleció el 9 de febrero de 2012.