El 9 de marzo de 1454, en Florencia, Italia, nace Américo Vespucio, un comerciante y cosmógrafo florentino.
En 1478 cuando Florencia se enfrenta con el papa Sixto IV y en guerra contra Nápoles, Américo acompaña a su tío Guidantonio a Francia, a donde es enviado como embajador con la pretensión de conseguir que el rey de Francia le declarase la guerra a Nápoles, lo cual fue un total fracaso, pues Luis Xi aún estaba disfrutando la recién anexión del ducado de Borgoña; finalmente en 1480 tío y sobrino son llamados de regreso cuando termina la guerra con Nápoles.
La fortuna de los Vespucci estaba en lenta decadencia desde hacía décadas. Su padre quería que Américo se dedicara exclusivamente a los negocios del clan, consiguió que desistiera de estudiar en la Universidad de Pisa y, gracias a las gestiones de Guidantonio, que se empleara en cambio en Florencia como agente comercial a las órdenes de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici y su hermano Giovanni. Mientras estuvo en Florencia su ocupación principal fue como comisionista en la compra-venta de piedras preciosas a cuenta de terceros.
El padre de Américo murió en abril de 1482, época en que Florencia empezaba a convulsionarse por la denuncia moral del fraile Girolamo Savonarola. De acuerdo a su testamento, el muchacho se convirtió entonces en el principal responsable de las finanzas familiares. Tenía experiencia en ese campo: se le había nombrado síndico de los bienes confiscados a los conspiradores Pazzi y estaba por acceder al notariado de la Signoria. Sus dos hermanos, Girolamo y Bernardo, no estaban en cambio a la altura de la responsabilidad: eran de carácter vagabundo y bohemio, y habían encontrado otros rumbos muy alejados de la ciudad.
De ahí partió a España, aunque en lo formal iba como representante de Lorenzo di Medici, en lo real llegó como empleado de comercio de Juanoto Berardi, , empresario florentino establecido en Sevilla desde 1485, contratado en 1489 como agente comercial de Lorenzo di Medici.
Berardi y Américo Vespucio se dedicaban también a la trata de esclavos y al armado y aprovisionamiento de barcos, una actividad que había crecido considerablemente a lo largo del siglo XV luego de que se localizara en Guinea la llamada Mina de Oro. Berardi participó como inversor y como subcontratista en los preparativos de los primeros viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo y por su intermedio Vespucci y Colón entablaron amistad. El negocio sin embargo resultó ruinoso para Berardi, que murió en diciembre de 1495.
En 1499 Colón fue arrestado en la Española por su desastrosa administración de los nuevos territorios y llevado encadenado ante los reyes, que pusieron definitivamente fin al monopolio colombino de las navegaciones a las Indias. A partir de entonces autorizaron numerosos viajes para explorar y conseguir riquezas de las nuevas tierras. Américo se embarcó en el primero de ellos, el capitaneado por Alonso de Ojeda: el 4 de mayo de 1499, las naves zarparon del Puerto de Santa María y, tras veinticinco días de navegación, llegaron a la desembocadura del Orinoco, ya descubierta por Colón, e iniciaron el recorrido de la costa en dirección norte. Las características geográficas de la costa baja e inundable, así como los accidentes previos a la entrada al lago Maracaibo, recordaron Venecia a Américo Vespucio y, por ello, llamó a aquellas tierras Venezuela o pequeña Venecia.
Regresó enfermo pero con 14 perlas, cuya venta le reportó más de 1.000 ducados.
En el tercer viaje, al servicio del rey de Portugal, asegura haber costeado Brasil y regresado a Lisboa en julio de 1502; y en el cuarto, también por cuenta portuguesa, debió de recorrer de nuevo las costas brasileñas a finales de 1503, confirmando sus sospechas de que aquel continente no era Asia.
Así en 1504 se publicó en Augsburgo el opúsculo Mundus Novus (Nuevo Mundo), donde se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.
Tan extraordinarias revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, alias Ilacómylo, quien decidió editar en 1507 las cartas de Vespucio junto a su Cosmographiae Introductio. En este trabajo incluía los retratos de Ptolomeo y Vespucio, y en su prefacio escribió: ‘»Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres.'»
En 1506 los Reyes de España le dan la nacionalidad española y lo nombran en 1508 como Piloto Mayor de España sucediendo a su gran amigo el Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón.
Américo Vespucio falleció el 22 de febrero de 1512 en Sevilla, España.
A su muerte, el Nuevo Mundo se había convertido definitivamente en América. Pasados algunos años, Waldseemüller tuvo noticias del verdadero descubridor del cuarto continente y quiso enmendar su yerro en una nueva edición de su obra que vio la luz en 1516. Era demasiado tarde y nadie le escuchó. Sólo un trozo de tierra americana adoptó el apellido del almirante pionero: Colombia.