Joseph Ignace Guillotin tuvo el ¿honor? de que su apellido fuese tomado para bautizar el aparato inventado durante la revolución francesa para ejecutar las sentencias de muerte: la guillotina, la cual se desarrolló a partir de una idea suya.
Joseph Ignace Guillotin nació en Saintes (Charente) el 28 de mayo de 1738; fue diputado en los Estados Generales y tomó parte en la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre, durante el gobierno de la Revolución Francesa.
Hijo de Joseph Alexandre Guillotin y de Catherine Agathe Martin, Joseph Ignace pronto se reveló como un alumno aventajado con una cierta vocación religiosa, que lo hizo tomar los hábitos jesuitas, la cual dejó para ir a París a estudiar Medicina, carrera en la cual se licenció en 1770 y rápidamente adquirió fama de buen médico.
En 1789 fue uno de los 17 médicos elegidos como diputado por el Tercer Estado para la flamante Asamblea Constituyente de 1789, lo que le convirtió automáticamente en un hombre de la Revolución que estalló ese mismo año; su cargo le hizo ganar notoriedad en los Estados Generales por sus brillantes discursos.
En esa condición el 10 de octubre de 1789, Guillotin planteó su preocupación porque se humanizasen las ejecuciones de las penas de muerte y unificar por ley todas las ejecuciones, aplicando la misma tanto a los presos comunes y plebeyos, como a los distinguidos y miembros de la realeza; hasta entonces se había usado el hacha o la espada para los nobles y aristócratas, la horca para el pueblo llano, la hoguera para herejes, brujas y hechiceros, y la rueda o el descuartizamiento para los traidores.
Una muerte igual para todos los condenados, conforme al espíritu de igualdad que propugnaba la Revolución Francesa.
Para hacer esto propuso la construcción de una máquina que decapitara a los reos de forma rápida, segura e indolora, y que acabase con los errores que producía la decapitación tradicional realizada a mano por un verdugo, que en ocasiones aumentaba la agonía del reo al no causar la muerte de forma inmediata.
Paradójicamente, la propuesta de Guillotin era contraria a su postura en contra de la pena de muerte, pero pensaba que un método de ejecución más humano y menos doloroso debería ser el primer paso hacia una abolición total de tales condenas. De hecho también se pronunció a favor de que las ejecuciones fuera vistas por menos familias y niños y, votó para hacerlas más privadas e individualizadas.
La propuesta quedó en el aire y tres años después, en 1792, la Asamblea Legislativa adoptó esta medida y confió la ejecución de la máquina a un prestigioso médico, Antoine Louis, secretario perpetuo de la Academia de Cirugía.
Éste trabajó se le encargo junto a un mecánico alemán residente en París llamado Schmitt. Entre ambos desarrollaron la máquina propuesta por Guillotin, la cual no era un invento, sino la evolución de otros artefactos que ya existían en Europa como la mannaia italiana. Guillotin no fue pues el inventor de la guillotina, sino promotor de su creación.
Tras una serie de experimentos en cadáveres, con el fin de perfeccionar el invento la nueva máquina de ajusticiar, dotada con una afilada cuchilla que baja a gran velocidad por unas guías verticales, hasta producir una limpia decapitación, quedó lista. La primera ejecución pública con este artefacto se realizó el 25 de abril de 1792, el condenado era un bandolero acusado de asaltar varias diligencias.
Entre 1792 y 1794, coincidiendo con el régimen de El Terror, la guillotina se convirtió en un funesto símbolo de la época y en ella fueron ejecutados desde el más mísero villano hasta la mismísima reina María Antonieta.
En 1793, después de las ejecuciones de Luis XVI y María Antonieta, el artefacto aún no había sido bautizado.
El pueblo francés estuvo dudando algún tiempo entre bautizarla la Louisette (o la petite Louison), por el nombre de su creador, o la Guillotine, por el nombre del instigador de la ley. Este último nombre fue el que se impuso.
Al popularizarse la denominación, algunos familiares de Guillotin solicitaron al gobierno que dejaran de usar su nombre para describir a la máquina, pero su esfuerzo fue en vano y tuvieron que cambiar los apellidos.
Joseph Ignace Guillotin falleció el 26 de marzo de 1814, a la edad de 76 años.
Una leyenda afirma que lo ejecutaron con la máquina que propuso. Es falsa. La causa real de su muerte fue el carbunco en un hombro. Este mito pudo ser propagado por el hecho de que una persona con apellido Guillotin, J.M.V. Guillotin, un doctor de Lyon, sí fue ejecutado por la guillotina.
Guillotin fue un hombre de ciencia y una muestra palpable de ello fue que en 1784 el gobierno francés le designó, junto a Benjamin Franklin y otros, para investigar el magnetismo animal, supuestamente descubierto por Franz Mesmer.