¿Trataremos a los robots como nuestros iguales? Con el fin de responder esta pregunta, el mexicano Eduardo Benítez Sandoval, quien realiza su doctorado en el Laboratorio de Tecnologías de Interfaz Humana (HIT Lab por sus siglas en inglés) de la Universidad de Canterbury, inicio el desarrollo de un modelo de reciprocidad en Interacción Robot-Humano (HRI por sus siglas en inglés) basado en datos experimentales determinó a qué grado las personas tienden a ser reciprocas con los robots y en consecuencia determinar qué factores fomentan un trato igualitario entre ellos.
El también miembro de la Red de Talentos Mexicanos en el Exterior, Capítulo Nueva Zelanda, analizó las interacciones básicas entre humanos y robots. Para ello diseñó un experimento con dos juegos de decisión, el “Dilema del prisionero” y el “Juego del ultimátum”.
Tras las sesiones de juegos se demostró que los humanos son más cooperativos entre ellos que con los robots. Sin embargo, el humano mostró ser recíproco cuando el robot usó una estrategia denominada “tal por cual”, en la que un jugador repite la acción de su oponente en la siguiente ronda. El humano tuvo la tendencia a seguir el patrón de correspondencia.
Para llevar a cabo este experimento, Benítez Sandoval y su equipo usaron los robots humanoides NAO, del HIT Lab, los cuales fueron programados por el equipo del mexicano con los comandos que les permitieran jugar de manera aleatoria o recíproca, y reaccionar en función de las acciones humanas.
El experimento consistió en que el robot disputara frente a 60 personas de diferentes nacionalidades y edades 10 rondas del “Dilema del prisionero”, que es un modelo de conflicto social, donde dos criminales son detenidos y encerrados por separado. Un policía sospecha que robaron un banco, y promete a cada uno su libertad si culpa al otro del delito, explicó el ingeniero en Biónica egresado del Instituto Politécnico Nacional.
Las alternativas para cada prisionero son \’cooperar\’ o \’no cooperar\’ con su compañero, ya que cada uno ignora la decisión del otro, por ello, la estrategia más segura es no cooperar cuando se juega una sola vez.
“Si ambos criminales cooperan entre sí irán a la cárcel por un corto tiempo, sin embargo, si uno coopera y el otro no, el primero quedará encarcelado por mucho tiempo y el otro saldrá libre. Sí ambos se traicionan pasarán más tiempo en prisión que sí cooperan. Los resultados mostraron mayor cooperación entre los humanos que con los robots”, explicó el también maestro en Diseño Industrial por la UNAM.
La otra parte del estudio se realizó con el “Juego del ultimátum” que analizó la reciprocidad de los humanos con los robots. Un jugador tiene dinero y tres diferentes opciones para dividirlo con su compañero; a la mitad, 20-80 por ciento y 80-20, la única condición es que el oponente acepte la propuesta, de lo contrario ambos se quedarán sin efectivo.
Una vez que el robot y el humano estuvieron frente a frente se colocaron tres tarjetas con los porcentajes a distribuir, de esa manera los implicados escogieron una carta para hacer válida su decisión.
El mexicano destaco que los humanos tienden a ser recíprocos con los robots que mostraron un comportamiento equivalente. Los resultados se publicarán próximamente en una revista especializada.
Los robots empleados en el experimento tienen la capacidad de llevar a cabo interacciones con las personas; hablan, siguen e imitan movimientos, tienen reconocimiento de voz y facial, además pueden programarse para identificar patrones de comportamiento humano.
Estos tipos de experimentos servirán para analizar los aspectos sociales, cognitivos, psicológicos, antropológicos e incluso filosóficos de la Interacción Humano-Robot. Al parecer las personas tienden a tratar como sus similares a los robots cuando estos muestran un comportamiento recíproco, finalizó el mexicano.