Xochimilco y su sistema de canales son prácticamente el único lugar en la Ciudad de México que da una idea de cómo era Tenochtitlán antes de la llegada de los españoles. Su vegetación y fauna nativas han sobrevivido a la creciente urbanización del Distrito Federal; también ha sobrevivido la técnica de cultivo prehispánico conocida como chinampería, la cual fue una de las razones por las que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a Xochimilco Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad en 1987.
En el capítulo “Pueblos indígenas de México y agua: Xochimilcas”, publicado en el Atlas de culturas del agua en América Latina y el Caribe de la Unesco del cual son coautoras Ana Cecilia Espinosa García y Marisa Mazari, ésta última integrante de la Academia Mexicana de Ciencias e investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se aborda el tema de la chinampa como una tecnología sustentable y altamente productiva:
“La chinampa es una parcela cuyos bordes son definidos por ahuejotes y por cañas entretejidas. Se construye utilizando como elementos básicos lodo y plantas acuáticas, para formar una parcela particularmente rica en materia orgánica y rodeada de agua. Este sistema permitía una producción simultánea de diversos cultivos, sin depender de las lluvias (…) Por lo anterior, las chinampas son altamente productivas y representan una tecnología altamente sustentable a partir del aprovechamiento racional del ecosistema”, de acuerdo con el documento.
El humanista novohispano Francisco Javier Clavijero relató que cuando los mexicas llegaron a la Cuenca de México se refugiaron en un grupo de islotes, alimentándose de raíces de plantas acuáticas, insectos y un “reptil” llamado axólotl. En ese medio adverso, debido a que estaban rodeados de los lagos de Zumpango, Xaltocan, Chalco, Xochimilco y Texcoco, la civilización lacustre aprendió la técnica de la chinampa que tuvo su mayor auge entre los siglos XIV y XV y llegó a abastecer de alimentos a 250 mil habitantes.
Al respecto, la maestra en ciencias Elsa Valiente, directora de la asociación civil Restauración Ecológica y Desarrollo A.C., estimó que hay entre 50 y 200 productores que conservan la tradición chinampera. Por su parte, el investigador Carlos González Esquivel, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM, analizó imágenes satelitales de Xochimilco de 1989 a 2006 en las que se observa que el área chinampera se ha reducido a una tasa anual de 31 hectáreas por año.
Elsa Valiente desde el año 2002 junto con investigadores y estudiantes de la UNAM trabaja con pobladores de Xochimilco para recuperar ese conocimiento tradicional. “Nos interesamos en la conservación de las especies nativas, es especial del axolote cuya densidad poblacional es muy baja; así que incluimos a los chinamperos para hacer trabajos de conservación porque la vocación tradicional de Xochimilco es la chinampería”, dijo.
La chinampería usa todos los insumos locales como la materia vegetal para hacer abono, al sacar el sedimento hay un flujo de agua que permite la oxigenación en beneficio de especies acuáticas nativas. Antes había una buena cadena alimenticia con muchos eslabones y la transferencia de energía era muy eficiente y eso se ha perdido pues hay agricultores que han optado por los invernaderos, otros vendieron sus terrenos o han construido sus casas a las orillas de los canales.
Aunado a ello, en años anteriores se tomaron decisiones como la introducción de especies exóticas como la carpa y la tilapia que afectaron a especies locales como los caracoles, almejas y crustáceos como los acociles, unos pececitos llamados goodeidos, el zooplancton y otros animales que formaban parte de la cadena trófica y de los cuales se alimentaba el axolote, el depredador tope de dicha cadena alimenticia.
La asociación civil REDES trabaja en la Zona Núcleo del Área Natural Protegida de Xochimilco con siete productores con los que han puesto en marcha la rehabilitación de terrenos para el cultivo chinampero, el cual incluye la construcción de zanjas o canales secundarios donde se introducen plantas acuáticas, larvas de insectos y demás especies originarias con la finalidad de que ahí vivan los axolotes.
Elsa Valiente relató “la densidad óptima de axolotes es de uno por metro cuadrado. Llegan a la etapa adulta en año y medio, en la mitad de tiempo que cuando están en cautiverio. Requieren de una columna de agua de por lo menos 80 centímetros, sus movimientos son más verticales que horizontales. La disponibilidad de alimento es muy importante porque cuando miden cinco centímetros y tienen formadas sus cuatro extremidades si no tienen suficiente alimento se comen entre ellos. En sus primeras etapas se alimentan de zooplancton y en edad adulta se alimentan de pequeños peces y crustáceos”.
La meta de esta asociación en cuatro años es extender la red a 20 productores con el modelo de zanjas o canales para axolotes. El objetivo no sólo es recuperar de alguna forma el antiguo hábitat de la salamandra y por ende de otras especies, sino que los chinamperos vendan directamente al consumidor sus lechugas, colinabos, betabeles, cilantro, acelgas y demás productos libres de fertilizantes y pesticidas.
Pero la labor no ha sido fácil: “Hemos visto que gran parte de los chinamperos son personas mayores y hay una brecha generacional porque son muy pocos los hijos de chinamperos interesados en la actividad, más bien son los nietos los que ahora se están interesando en retomar la tradición”, dijo Valiente. Reconoció que hay una creciente demanda de productos sutentables en la Ciudad de México, “hay más demanda que oferta. La gente está reconsiderando su forma de alimentarse”.