El número de sismólogos en México es bajo, considerando la extensión del país y el elevado riesgo de muchas de sus zonas de padecer temblores. Son poco más de 50 los científicos especializados en sismología en la República, de acuerdo con Cinna Lomnitz, ingeniero, geofísico, profesor emérito en la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro del Seminario Permanente Las ciencias y las tecnologías en México en el Siglo XXI.
Los mayores daños y pérdidas humanas causadas por terremotos en este país se han registrado cuando se presentan sismos de gran duración y con un tipo de onda lenta, de dos segundos de periodo. En zonas de suelos blandos, como las partes bajas de la ciudad de México, la fuerza de esos movimientos del suelo es hasta cinco veces mayor que en las áreas rocosas del mismo valle, como en las Lomas de Chapultepec o Ciudad Universitaria.
Esta diversidad de efectos, sumada a la alta frecuencia de temblores en todo el país hace que en México el riesgo sísmico sea similar al que tiene Japón por la alta frecuencia e intensidad de los temblores que les afectan.
A partir del sismo de 1985 en la ciudad de México se trabaja más en el campo de la investigación y la prevención: se han introducido nuevas técnicas de construcción que sustituyen el concreto por el acero; se crearon protocolos de seguridad y legislaciones, pero todavía mucha de la normatividad es de adopción voluntaria.
“Tenemos una peligrosidad comparable a Japón. Hay mucho lugar para intervenir y para mejorar las cosas en ambos países, tanto en Japón como en México. No es verdad que la nación asiática ya haya superado el problema de los desastres; hace tres años tuvieron uno sin precedentes”, dice el investigador que fue discípulo y asistente del sismólogo estadunidense Charles Francis Richter, inventor de la escala sísmica que lleva su apellido.
El profesor nacido en Chile y nacionalizado mexicano afirma que en la ciudad de México se habla mucho de la posibilidad de que haya una repetición del temblor de 1985, pero afirma que esto no es verdad.
“Porque la ciudad ha cambiado completamente: la misma configuración, las zonas habitadas, las técnicas de construcción. Por ejemplo, el corredor de la avenida Reforma tiene actualmente un tipo de construcción que en el 85 no existía, no las construían de acero, y ahora sí la hay, por lo menos en esa parte de la ciudad; esperamos que se comporte mucho mejor esa estructura que la que teníamos hace casi 30 años.
“Yo pienso que sí hemos progresado moderadamente, lo que nos falta es un enlace con los científicos sociales, casi no hay, y debería haber una cercanía muy grande con la gente que trabaja en desastres en general, eso es lo que estamos tratando de hacer en la UNAM también”, indicó Lomnitz Aronsfrau quien a la vez es miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia.
A raíz del sismo de 1985 en México se generó información que ha sido aprovechada para planeación y prevención de desastres. Entre otros datos se revisó el tema de la altura y el tipo de materiales de construcción.
En la zona de suelo más blando del Valle de México aproximadamente el 16 por ciento de los edificios mayores de siete pisos y menores de 18 se cayeron o se destruyeron en alguna forma. Cinna Lomnitz señala que si el edificio es de más de 18 pisos, se mueve pero no se cae, y si es menos de seis pisos normalmente no le pasa nada “No importa que sea autoconstrucción por ejemplo, en la ciudad de México tenemos mucha autoconstrucción, y la buena noticia es que no es mayormente afectada por los temblores”, dijo.
En la actualidad la investigación en materiales para construcción ha permitido elaborar casas más ligeras, livianas y flexibles. Hay además mayor conciencia de que el subsuelo importa y que existe riesgo al construir en cualquier barranca.
“El problema principal realmente es la información que en el caso de México no se ha trabajado mucho en eso, por ejemplo, debería haber alguna oficina donde la gente pueda acudir a preguntar: qué tal mi casa, dónde está situada, en qué zona, cosas de ese tipo, hoy día no sabemos cómo obtener esa información, la cual existe, pero no sabemos realmente cómo hacer que llegue al ciudadano y en eso sí hay países que nos superan ampliamente”, concluyó el investigador de la UNAM.