Mientras bregaba con un perno empecinado a casi 400 kilómetros de la Tierra, la estadounidense Sunita Williams se convirtió el 5 de septiembre de 2012 en la mujer que más tiempo había permanecido trabajando en el exterior de una nave espacial: más de 40 horas.
Dos horas y doce minutos después de iniciada su jornada, Williams, de 46 años de edad, superó la marca femenina de horas de trabajo fuera de una nave o estación espacial que había establecido en noviembre de 2009 la astronauta Peggy Whitson, con 39 horas y 46 minutos.
Williams, después de ese viaje obtuvo otro record: 50 horas y 40 minutos de caminata espacial, y logró además las marcas de el mayor número de caminatas realizadas por una mujer, siete, “el vuelo espacial más largo hecho por una mujer”, con 195 días. Esta última el 11 de junio de 2015, la astronauta italiana Samantha Cristoforetti la superó con una estancia de 200 días en la Estación Espacial Internacional.
Después de un total de más de quince horas en dos jornadas de labores extravehiculares Williams y el astronauta japonés Akihiko Hoshide lograron sujetar en el sitio debido un generador de energía eléctrica que reemplazó una unidad estropeada.
La agencia espacial estadounidense NASA indicó que en esa ocasión, además de la sujeción exitosa del conmutador, los dos astronautas instalaron una cámara en el brazo robótico de fabricación canadiense.
Los dos astronautas salieron de la Estación Espacial Internacional (EEI), que se desplaza a más de 27,000 kilómetros por hora, cuando el complejo multinacional se hallaba sobre el noroeste de Australia a las 11:15 GMT, y retornaron seis horas y 28 minutos después al compartimento Quest, de descompresión, a las 17:34 GMT.
Durante su carrera militar ha pilotado y sido instructora en el manejo de helicópteros de combate, y cumplía servicio a bordo del portaaviones ‘Saipan’ cuando en 1998 fue elegida para su instrucción como astronauta.
El 13 de septiembre de 2012, Williams y Hoshide trabajaron 8 horas y 17 minutos afuera de la EEI -un proyecto de 100.000 millones de dólares en el cual participan 16 naciones-, y esa fue la tercera jornada de labores exteriores más larga realizada por una tripulación del puesto orbital.
En el 2006 Sunita Williams viajó a la Estación Espacial Internacional el 9 de diciembre, para unirse a la Expedición 14 y ahí estableció un récord mundial para las mujeres con cuatro jornadas de labores extravehiculares.
A su regreso a la Tierra, el 22 de junio de 2007, ella había acumulado 195 días de estancia en el espacio, con lo que consiguió el record de mayor permanencia fuera de la Tierra para una mujer, con 195 días, para la permanencia más larga de una mujer en el espacio.
En su viaje del 2012, una vez que la tripulación que entonces ocupaba la EEI, comandada por el ruso Gennady Padalka, complementada por el también ruso Serguéi Revin y el estadounidense Joe Acaba, volvieron a la Tierra el 16 de septiembre, Williams quedó como comandante del puesto orbital, siendo la segunda mujer en ocupar el sitio, hasta su regreso a la Tierra el 19 de noviembre de 2012.
El 16 de septiembre de 2012, al acumular el mayor tiempo trabajando en el espacio por una mujer, fue para instalar un conmutador de energía eléctrica que debía instalarse en una de las vigas del complejo orbital es una caja metálica que pesa unos 100 kilogramos.
Durante los primeros 25 minutos afuera de la EEI los dos astronautas dispusieron cuidadosamente de las herramientas, algunas de ellas improvisadas a bordo de la estación -incluida una hecha con un cepillo de dientes-, con las cuales ajustaron dos pernos de sujeción del conmutador.
Los albañiles espaciales examinaron los pernos y sus receptáculos y Williams dijo que podía ver las pequeñas virutas de metal.
\’Son virutas pequeñas, más chicas que la vez anterior, adentro del orificio\’, señaló.
Durante cinco horas Hoshide y Williams emplearon sus instrumentos y un tubo de nitrógeno presurizado para quitar las virutas, lubricaron un perno de repuesto y lo atornillaron a mano hasta que quedó en la posición correcta.
La combinación de labor paciente, tecnología avanzada y meros empujones tradicionales finalmente ubicó el conmutador en las ranuras y los pernos en sus orificios.
El ingeniero de vuelo Joe Acaba, hijo de puertorriqueños, ayudó a la pareja de excursionistas operando desde adentro de la EEI el brazo robótico Canadarm2.