Sandra Isabel Jiménez Mateos *
Jaqcues Piccard y Don Walsh vieron las aguas del mar de Filipinas agitadas, ese 23 de enero de 1960 y se preguntaron si las condiciones eran las adecuadas para sumergirse en el batiscafo Triestre en un intento por llegar a la parte más profunda de la Tierra.
Ese era el día en que debía llegarse al punto álgido del Proyecto Nekton: Llegar a la Fosa de las Marianas, a casi 11 kilómetros (10,911 metros) bajo el nivel del mar, en el Abismo Challenger, donde se creía que ningún ser vivo podía subsistir y que sólo albergaría esqueletos.
El bastiscafo Triestre no surgió de la noche a la mañana. En 1952 Auguste Piccard, un profesor suizo, inició su construcción con el apoyo varios aportantes financieros de la ciudad de Triestre, Italia.
El batiscafo se lanzó por primera vez al mar al año siguiente, en 1953.
Su estructura era de dos partes, una esfera de aleación metálica con paredes de 10 centímetros de grosos y capacidad para dos personas, y un tanque superior para almacenar 106 litros metros cúbicos de gasolina, el cual se usaba más que nada para darle flotabilidad al batiscafo, más que de combustible. En esa parte también se almacenaban una bolitas de hierro, que pesaban entre 9 y 16 toneladas, que se expulsaban para las maniobras de ascenso.
A partir de su primera inmersión y hasta 1957 el batiscafo recorrió los fondos de los mares 48 veces. Su resistencia y característica llamó la atención de la Marina de los Estados Unidos, la cual lo adquirió ese año.
A partir de ahí y durante nueve meses lo llevaron al límite de su resistencia y a la vez le realizaron varios cambios, como el reemplazo de su esfera de presión.
El Proyecto Nekton ya tenía nave para explorar las mayores profundidas marinas, que era su intención. Seis fueron de prueba y el 23 de enero de 1960 se dio la principal para llegar a la profundidad de las Fosas Marianas, cerca de la isla de Guam en el Pacífico Occidental, a unos 320 kilómetros al sureste.
Nekton fue una operación de alto nivel cuyo objetivo era proporcionar «conocimiento científico sobre penetración de la luz solar, visibilidad submarina en las profundidades, transmisión de sonidos artificiales y estudios geológicos marinos», según un comunicado de prensa emitido entonces
Por eso es que ese 23 de enero de 1960, Piccard y Walsh evaluaban la conveniencia de la inmersión, en un mar picado.
Don Walsh era un oficial de la armada estadounidense, quien estuvo al mando del Trieste para llevarlo al oscuro silencio de la Fosa de las Marianas, donde sólo esperaban ver cosas muertas o inertes.
Pero una vez bajo el agua, casi todo fue quietud durante las cerca de 9 horas que duró la inmersión.
Casi todo el viaje. Cuando llevaban dos terceras partes del descenso, se escuchó un estruendo, como de una explosión, y ambos ocupantes del batiscafo temieron que fuese el fin de su viaje de inmersión.
Nada se escuchó ni ocurrió después. Ya de regreso vieron que una ventana exterior se había resquebrajado por la presión marina, que llegó a medir hasta una tonelada por centímetro cuadrado, casi 1,000 veces la presión que se siente en la superficie.
Cuando tocaron fondo enmedio de la obscuridad marina, Walsh y Piccard alumbraron el exterior con lámparas de vapor de mercurio para observar lo que había ahí.
Ambos científicos que esperaban encontrar sólo piedras y esqueletos, quedaron maravillados, porque lo que había ahí era vida marina, en el punto más recóndito del planeta.
Más tarde Piccard afirmaría que, «por mucho, el descubrimiento más interesante fue el pez plano o pleuronectiforme que pudimos observar al acecho en el piso de océano, a través de la portilla». Y agregó: «Encontrar formas complejas de vida marina allí abajo nos dejó boquiabiertos».
Cuando el Trieste emergió cerca de 9 horas después ya era el primer navío en alcanzar lo más profundo del océano. La hazaña fue de tal tamaño que tuvieron que pasar 52 años para que se volviese a repetir, cuando en 2012 por el director de cine y explorador James Cameron, llegó a las profundidades de la fosa a bordo del DeepSea Challenger.
- Investigadora del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales, de la Universidad Veracruzana