Son las 3 de la mañana,
dicen que pena un santito,
Bajito yo oigo que dice:
Camínale despacito ay mamá,
Camínale despacito…
Los circuitos neuronales de Mané están plagados de números, números que son señales de una realidad que siempre está más allá de la percepción sensible. Y es así como despierta de noche, sobresaltado por la aparición de números que se le presentan como parte de una pesadilla, tal vez. Números enlazados con fragmentos de canciones que parecen brotar de la nada.
(Mi sueño me dice no vayas,/ mis piernas me dicen tantito,/ y cuando ya me doy cuenta/ caramba,/ me muevo poco a poquito ay mamá,/ me muevo poco a poquito.)
Esa madrugada Mané no puede conciliar el sueño pues los números que ve encierran contradicciones, la peor pesadilla.
¡No puede ser! –piensa- no puede ser que el INEGI reporte al cierre del año 2014 un 4.8 por ciento de desempleo. En cifras absolutas el cuadro es más o menos el siguiente: de una población total de aproximadamente 120 millones, la población económicamente activa (PEA) está formada por 52 millones de personas, de las cuales un poco más de 2 millones no tiene empleo. El porcentaje parece bien calculado, ¿entonces?
En sus perturbadoras pesadillas Mané ha vislumbrado que las estadísticas oficiales son puro cuento, siempre maquilladas para presentar una imagen idílica de la realidad.
-Son sólo pesadillas Mané, no puedes sospechar que una institución como el INEGI, manejada por técnicos, se preste a los burdos juegos de magia y demagogia de los políticos- le aconseja al oído su conciencia.
Durante su insomnio, la mente de nuestro personaje es inundada por un torrente de números, entretejidos con historias de la vida cotidiana.
En mi mente se oye,/ que me dice así,/ En mi mente se oye/ que me dice así/ Por la sombra de la selva,/ se escucho un disparo,/ y cayó un gallo negro,/ por la calle de milagro. Como el gallo negro, así parecen caer las alegres cifras oficiales. Mané recuerda la historia de Aidé, que es la de muchas mexicanas. A unos cuantos pasos del Metro Coyoacán cuesta trabajo avanzar ante el cada vez mayor cúmulo de vendedores y Aidé es de las más recientes en haberse instalado en las cercanías de la estación; tiene siete meses vendiendo cocteles de fruta; son los mismos meses que lleva de haber perdido su empleo en una maquiladora de ropa. ‘‘Tuve que salir a vender comida; también ofrezco cremas para la cara y lo que se pueda. Dejé el departamento que rentaba y me busqué otro más económico’’, relata Aidé.
En el país, ante la crisis y la falta de empleo formal, no sólo se multiplicaron los negocios de venta callejera, sino cada vez más ciudadanos inician negocios en sus propios domicilios, donde las personas ofrecen diversos servicios por ‘‘cuenta propia’’.
Es el caso de Carla y su marido. Ella cose ropa en su casa para una empresa y le pagan a destajo. ‘‘Antes estaba contratada por la fábrica, pero a los pocos meses me dijeron que si quería seguir con el trabajo me llevara los cortes de pantaletas a mi casa y me pagaban conforme entregara’’, dice. Añade que ella y su marido, por las noches, venden comida afuera de su casa.
Un reporte reciente de la Organización Internacional del Trabajo, consigna que en el país 58 por ciento de la PEA está en la economía informal en diversas modalidades. Incluso hay quienes se ubican en el llamado ‘‘subempleo del subempleo’’, esto es, quienes laboran contratados por un patrón también informal. De acuerdo a los datos citados, en cifras absolutas esto representa un total de aproximadamente 30 millones de personas. Y si esta cantidad la sumamos a los 2 millones que el INEGI contabiliza como desempleados, la tasa de desempleo alcanzaría el 61 por ciento de la PEA.
-¡Pero eso no se vale, Mané!, el INEGI define como desempleado a las personas de 12 y más años que sin estar ocupadas en la semana de referencia, buscaron incorporarse a alguna actividad económica en el mes previo a la semana de levantamiento, o entre uno y dos meses, aún cuando no lo haya buscado en el último mes por causas ligadas al mercado de trabajo, pero que estén dispuestas a incorporarse de inmediato. Así que Aidé, Carla y su marido, así como los chavos limpiaparabrisas, malabaristas y vende chicles que ves en las esquinas no son desempleados; para el INEGI son autoempleados o puede ser que hasta “nano empresarios” y por lo tanto no caben en su alegre cuenta de 4.8 por ciento de desempleo.
Entonces, según el color del cristal con que mires el desempleo en México puede ser de 4.8 por ciento, o de acuerdo a las pesadillas de Mané alcanzaría más del 60 por ciento de la PEA. ¿Cuestión de fe, o de soñar numeritos?
Serás tu Zapata,/ el que escucho aquí,/ con tu luz perpetua,/ que en tus ojos ví./ En mi mente se oye,/ que me dice así,/ Son las 3 de la mañana,/ dicen que pena un santito,/ Bajito yo oigo que dice:/ Camínale despacito ay mamá,/ Camínale despacito…
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.