La economía mexicana requiere del incremento del salario mínimo para tener viabilidad de desarrollo y no condenar a los trabajadores a la pauperización económica después de la edad de retiro, consideró el doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante el Foro el salario en México, realizado en el Auditorio Mártires Socialistas Tranviarios, de la Alianza de Tranviarios de México, el especialista ofreció la conferencia El salario mexicano en la globalización.
Apuntó que en un reporte de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro el salario de las personas sujetas a jubilación –a través de una muestra de dos mil trabajadores expandida a 24 millones de asalariados– reveló que la mayoría está en el rubro de los que ganan de uno hasta dos salarios mínimos; mientras que el promedio salarial del país es de 2.9 salarios mínimos.
Lo anterior permite advertir, señaló, que el futuro para el trabajador en edad de retiro “es incierto y de pobreza”. El porcentaje de salario que percibirá en el momento del último año laborado será de 26 por ciento.
Por lo tanto, afirmó, las pensiones no garantizan una vida digna; los hombres se retiran a los 73 años y las mujeres a los 68 años de edad, edades de las más altas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Lamentablemente la principal fuente de ingreso de los adultos mayores es su trabajo, en un 65 por ciento, y no la pensión. El gasto social gubernamental, de 12 por ciento, no representa una solución.
Indicó que el modelo económico enfocado al mercado externo impuesto desde la apertura económica se estancó; la alternativa es reactivarlo vía el aumento progresivo y sostenido del salario mínimo.
Mejores sueldos para la masa trabajadora, dijo, no generarán pérdida de empleos, de competitividad, ni tampoco inflación; salarios bien remunerados inciden en la creación de empleos formales y la participación de la mano de obra, en los costos de productividad, es mínima, precisó.
El profesor-investigador dell Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa sostuvo que la pérdida del poder adquisitivo en los últimos 35 años ha sido de 80 por ciento, sin posibilidad de detenerse.
Si bien se han generado empleos en el sector minero, de la construcción, en servicios y comercio, son mal remunerados y en condiciones difíciles, de tiempo parcial y de escasa productividad. El 58 por ciento de la mano de obra ocupada está en la informalidad, carece de prestaciones, ley y contrato.
“México es el único país en América Latina donde el salario mínimo no alcanza para satisfacer las necesidades básicas esenciales, tanto económicas como de educación, recreación y salud”.
Gutiérrez Rodríguez dijo que el salario mínimo es de 70 pesos con 10 centavos para el área geográfica A, mientras que el mínimo de bienestar considerado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social para satisfacer las necesidades mínimas debería ser de 87.50 pesos, a enero de 2015.
Es decir, la demanda de aumento salarial debe partir de solicitar un incremento de 24.19 por ciento, además de desvincularlo de todo tipo de fines legales; unificar las áreas geográficas y negociar mecanismos de recuperación rápida del poder adquisitivo.
La precariedad de los trabajadores nacionales se refleja en el hecho de que el salario promedio de la economía se establece entre 2 a 3 salarios mínimos.
En 1980 las remuneraciones sumadas representaban más de 40 por ciento del PIB; hoy asciende a 27 por ciento; significa que se gana menos en términos del tamaño de la economía.
Entre las 200 naciones que integran la Organización Internacional del Trabajo, México figura entre los países de más bajos salarios en el mundo, similares a los de Vietnam, Costa de Marfil y Bangladesh, “pero con la economía 14 del mundo” es el que peor paga en América, excepto Haití”.
También es uno de los pocos países en el mundo donde el salario no crece en términos reales; se pagan sueldos de entre cero a un dólar por hora. 18 por ciento de los asalariados mexicanos son pobres.
Ya es insostenible el argumento que determina que no se deben aumentar salarios para no perder competitividad, porque en los últimos siete años la brecha entre productividad y el costo unitario real de la mano de obra se ha abierto en 20 puntos porcentuales.
Naciones como Inglaterra, Uruguay, Estados Unidos, Alemania, China y Brasil han reducido la pobreza imponiendo buenos salarios mínimos con incrementos sostenidos con resultados favorables para sus economías y para la reducción de la pobreza.