EGI ofrece a científicos e investigadores un acceso sin fronteras a infraestructuras de computación distribuida.
Hoy en día, la investigación científica ya no se circunscribe al territorio de cada país. Los instrumentos y las simulaciones computacionales que alojan las distintas instalaciones de envergadura internacional arrojan cantidades tan ingentes de datos científicos que, en consecuencia, la comunidad científica depende cada vez más de contar con recursos transfronterizos distribuidos de computación y almacenaje para poder llevar a cabo análisis a gran escala de tales datos.
El proyecto EGI-INSPIRE tenía el cometido de establecer una Infraestructura Grid Europea (EGI) aglutinando distintas iniciativas Grid nacionales (NGI) y otras organizaciones de distintos puntos de la Unión Europea. Ello supuso un gran esfuerzo de colaboración del que fueron partícipes más de cincuenta instituciones. Lo que motivó en origen el proyecto EGI-INSPIRE fueron los exigentes requisitos informáticos a los que debían hacer frente los usuarios de los «grandes datos» en el CERN (la Organización Europea de Investigación Nuclear), cuyos físicos decidieron aplicar el paradigma de la computación distribuida a escala mundial para dar solución a los problemas que les planteaban esos grandes datos. Así, se valieron de la EGI para analizar los datos proporcionados por el Gran Colisionador de Hadrones y, de ese modo, lograr el descubrimiento del escurridizo bosón de Higgs.
«Al poco de nuestro éxito inicial, cobramos conciencia de que nuestro modelo podía reproducirse y valer para cualquier comunidad investigadora paneuropea que afrontase el problema del acceso escalable a grandes conjuntos de datos, desde infraestructuras de investigación hasta los innumerables laboratorios científicos de menor envergadura», afirma Tiziana Ferrari, directora técnica de EGI.eu.
La mayor infraestructura de computación distribuida del mundo
El modelo se reprodujo con profusión, hasta el punto de que la EGI es actualmente, en lo que concierne a su alcance geográfico, la mayor infraestructura de computación distribuida del mundo. A través de EGI-INSPIRE, la EGI permite a sus usuarios efectuar un análisis distribuido de datos de alto rendimiento a base de «federar» la capacidad de computación, almacenaje y gestión de datos de trescientos cincuenta centros de procesamiento de datos (CPD) y veintiún proveedores de servicios en la nube de todo el planeta.
La clase de su éxito es, precisamente, esa «federación»: un acceso seguro a datos, análisis de alto rendimiento, computación en nube, almacenamiento en la nube y una colección de herramientas, aplicaciones científicas y software mediante un único conjunto de credenciales de usuario. EGI-INSPIRE fue fundamental para lograr todo ello. En la EGI, las comunidades investigadoras pueden federar sus propias infraestructuras de datos y de computación, ampliar su escala para aumentar su capacidad o bien, sencillamente, obtener una concesión de un fondo común gestionado de forma centralizada.
Más que hardware y software
Buena parte de la labor realizada en la EGI consiste en la gestión de servicios, esto es, homogeneizar las políticas y los procesos operativos de los distintos miembros de su federación. Es en este aspecto donde la diversidad inherente a Europa ha supuesto, a la vez, un obstáculo y una ventaja. Consensuar un conjunto mínimo de políticas y procedimientos estandarizados no es tarea sencilla pero, una vez conseguido en el seno de la UE, es fácil ampliar la federación a países extracomunitarios. En consecuencia, hoy por hoy la federación integra infraestructuras electrónicas de cincuenta y siete países de los cuatro puntos cardinales.
Repercusión
La EGI ha crecido a gran velocidad; tanto que ahora mismo federa 650 000 núcleos de CPU y 300 petabytes de espacio en discos y presta servicio a 38 000 usuarios, gestionando 1,5 millones de tareas informáticas al día. También se ha ampliado con respecto a su ámbito original y actualmente presta servicio a científicos e investigadores dedicados a los campos de las ciencias naturales, la ingeniería, la medicina, la salud, la agricultura y las humanidades. Como fruto de todo ello, más de dos mil artículos científicos han visto la luz en publicaciones sometidas a revisión.
EGI-INSPIRE estuvo en marcha entre el 1 de mayo de 2010 y el 31 de diciembre de 2014 y contó con una financiación de la UE de 25 millones de euros. La labor realizada en EGI-INSPIRE será retomada y ampliada por el proyecto EGI-ENGAGE.
«Nos percatamos de que casi el 25 % de la capacidad computacional a la que acceden los científicos e investigadores está radicada fuera de su país —informa Ferrari—. En nuestra opinión, de ello se desprende que existe un margen muy amplio para la colaboración internacional».
(European Commission, CORDIS)