La ciencia se fija en los ‘hipsters’


Enrique Sacristán, SINC

El juego Hipster Wars organizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE UU) consiste en seleccionar entre dos personas cuál tiene un aspecto más hípster. También ofrece otras cuatro opciones para elegir a los más góticos, los más preppies o ‘pijos’, los más pinup y los más bohemios, pero ninguna ha conseguido tantos clics como la de los hípster, casi 40.000.

Los resultados de este juego han servido a sus organizadores para, mediante un software de visión por computador, reconocer el estilo de ropa que caracteriza a cada una de estas tribus urbanas. “Los resultados indican que es posible determinar si tú eres un hípster e incluso por qué lo eres”, afirman los autores en su estudio.

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El juego Hipster Wars ha recibido casi

40.000 clics para seleccionar por parejas

al más hípster. / Hadi Kiapour et al.

«De acuerdo con nuestro análisis, los hipsters usan vaqueros y chaquetas ajustadas, especialmente con patrones o colores brillantes; también emplean más las botas en comparación con los otros estilos de moda analizados; y se ponen accesorios como gorros y gafas de pasta, además de alguna capa desaliñada en su atuendo», explica Hadi Kiapour, el autor principal.

Pero si hay un rasgo que distingue a los ‘machos’ hípster es su barba, un símbolo de distinción que puede ocultar un objetivo muy básico: superar a los rivales y atraer a las hembras. Una investigación liderada por el biólogo Cyrill Grueter desde la Universidad de Australia Occidental, que ha analizado a 154 especies de primates, concluye “que en los grupos más grandes y las organizaciones sociales más complejas los machos tienen más desarrollados los rasgos sexuales secundarios visualmente llamativos”.

Esto incluye las narices alargadas de los monos probóscide, las matas de pelo blanco y plateado de los babuinos, los pechos enrojecidos y verrugas labiales que exhiben algunos monos sudamericanos, las bridas de los orangutanes y las barbas de los seres humanos, como las de los hipsters.

Hace pocas semanas corrió el rumor de que estos pelos de la cara estaban infectados de gérmenes, incluso de bacterias fecales, pero ningún estudio científico estaba detrás de tal afirmación. La noticia simplemente partió de unas muestras puntuales que un periodista llevó a analizar a un laboratorio de Nuevo México.

Una ‘cookie monster’ para diferenciarse por la comida

Lo que sí han analizado investigadores del University Collegue de Cork, en Irlanda, es la forma en que los alimentos que consumen los hipsters se han convertido en una manera de resistencia frente a la corriente principal o mainstream. Su artículo se publica en la revista Consumption Markets & Culture y se basa en entrevistas.

Con esta metodología han detectado algunas de sus estrategias para diferenciarse en este ámbito, como hacerse vegetarianos o seleccionar determinadas marcas y descartar otras. Otra táctica son las prácticas de ‘desmercantilización’. Por ejemplo, utilizar productos cotidianos o ‘profanos’ (como chocolate, harina, huevos, hielo y colorantes alimentarios) para ‘sacralizarlos’ elaborando y horneando –una actividad muy hípster– una atractiva ‘cookie monster’ que se pueda lucir en una fiesta de cumpleaños kitsch.

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Algunos hípsters elaboran ‘cookie

monsters’. / Adrian «Hova» Stuart

“Nuestro estudio sugiere que la naturaleza discreta de los productos mundanos, como pueden ser los alimentos y las bebidas alcohólicas, permiten desarrollos propios en determinadas comunidades –como la de los hipsters– que quedan encubiertas y difíciles de detectar para las corrientes sociales más amplias”, señala el autor principal, James M.Cronin.

Otro de los hábitos que siguen muchos hipsters es fumar, sobre todo los que van a los bares. En este aspecto se han fijado científicos de la Universidad de California en San Francisco con sus visitas a los locales nocturnos de San Diego. “Elegimos a este grupo porque tenían la tasa de tabaquismo más alta entre las diferentes subculturas que hemos examinado aquí. De hecho, más del 60% de los clientes hípsters más jóvenes eran fumadores”, explica Pamela M. Ling, coautora del trabajo.

“Además, –añade– encontramos una asociación fuerte entre hípster y fumador, respecto a otros grupos. Por ejemplo, cuando durante nuestra intervención mostrábamos fotografías de personas, los participantes identificaban como fumadores a los que tenían un aspecto hipster con mayor frecuencia”.

Pero el verdadero objetivo de este equipo, que publica su trabajo en el American Journal of Public Health, era comprobar si las campañas antitabaco dirigidas a este colectivo eran efectivas, y los resultados fueron positivos: “Hemos visto que logran una disminución significativa en los hábitos de fumar de un grupo tan difícil de alcanzar como este”, dice Ling, quien subraya que los resultados en otra ciudad hípster emergente, Oklahoma, son muy similares. La experta también destaca que estas compañas de concienciación ayudan a reducir el consumo excesivo de alcohol.

Herramientas web para seguirlos

En la otra costa de EEUU, en Nueva York, lo que ha usado otro equipo de la Universidad Carnegie Mellon son modelos probabilísticos sociodemográficos y herramientas web para geolocalizar donde se mueven los hipsters. El profesor Kenneth Joseph y sus colegas utilizaron la aplicación Foursquare, con la que sus usuarios recomiendan lugares interesantes en una ciudad, para descubrir dónde van los miembros de determinados colectivos urbanos y su grado de aislamiento.

“En el caso de la comunidad hípster, aparece muy agrupada espacialmente (por ejemplo en el barrio de Williamsburg) y en sitios que representan a su comunidad», apunta Joseph, que publica su investigación en el Journal ACM-TIST. «Esto sugiere, según la hipótesis inicial que habíamos formulado, que es más probable estar socialmente aislado, un hecho que tiende a ser cierto en las comunidades de estos inconformistas».

Las conversaciones en los bares y pubs a los que acuden los hipsters también han servido al sociólogo Bjørn Schiermer de la Universidad de Copenhague para descubrir su gusto por la ironía. En uno de los clubs nocturnos frecuentado por los hipsters más noctámbulos de la capital danesa grabó diálogos como este:

Anne: Cuando miras a los camareros, ves que están completamente encasillados para trabajar aquí, son la versión contraria de los dependientes de ‘Joe and The Juice’ (popular tienda de café y zumos naturales frecuentada por los hipsters más sanos).

Emma: Son como los de ‘Joe and The Juice’ con resaca, ja ja.

Anne: Sabes, todo se ha vuelto estilo hípster rock’n’roll. Hay bastante gente que se ha dejado la barba, se ha puesto su camiseta blanca de tirantes bien ajustada y sus tatuajes; y ahí están, como un viejo marinero pelirrojo con su enorme barba, camiseta a rayas y gorrita de punto…

Además de las conversaciones irónicas, en este trabajo también se confirma el gusto de los hipsters por los objetos del pasado, a los que “redimen del olvido”. Renuevan viejas lámparas, cuadros, marcos y otros elementos de la casa. Los chicos sienten una fascinación por las fotos de su padre de los años 60 o 70; y, en el caso de ellas, por los vestidos de su madre o su abuela cuando eran jóvenes. También usan viajas bicicletas, como las de peñón fijo o fixie que utilizó el espontáneo que hace unos días se unió a los ciclistas del Giro de Italia, causando un caos en el pelotón.

“En este sentido, considero que la cultura inconformista no es una contracultura, sino una cultura conservadora”, apunta Schiermer, que subraya: “El fenómeno hípster se puede utilizar como una lupa que visualizar los cambios inminentes en nuestra concepción de la cultura y su desarrollo general”.

Por su parte, para el matemático Jonathan Touboul, del College de France, el modo de actuar de estas personas alejadas de la corriente principal también inspira sus investigaciones sobre la dinámica de las redes cerebrales. El estudio se hizo popular entre los medios por su titular en el que afirmaba que existe «un efecto hípster, cuando los anticonformistas acaban siendo iguales».

Sincronización contra el desorden

“En las redes neuronales ocurre un fenómeno sorprendente: según aumenta el desorden en la interacción entre las neuronas, estas empiezan a oscilar de forma sincrónica. Esta sincronización es un fenómeno importante en el cerebro, ya que en él se sustenta la memoria y la atención, y su interrupción pueden ser patológica, como en la enfermedad de Parkinson o la epilepsia”, explica Touboul.

“Para comprender este fenómeno pensé que lo mejor sería diseñar un modelo, y aquí es donde entran los hipsters –aclara–. Cada individuo puede estar en dos estados y las formas más sencillas para interactuar son, o bien seguir la tendencia de la corriente principal, u oponerse a la misma. De esta forma he visto que el elemento clave para la sincronización es que las personas necesitan un tiempo mínimo para reaccionar a las acciones de los demás».

Lo que demuestra con su modelo es que, cuando los retrasos superan un determinado valor, todos los hipsters empiezan a hacer las mismas cosas al mismo tiempo y oscilan en sincronía. “De esta forma se produce la paradoja de que al esforzarse en ser diferentes, a menudo acaban por tomar las mismas decisiones y parecerse», concluye Touboul, que también recuerda que los hipsters pueden quedar alineados hacia una dirección impuesta por las elecciones de la corriente principal, quedando su inconformismo y su diferencia en entredicho.

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