La dimensión local de gobierno funcionó hasta los años ochenta y parte de los noventa como alternativa de desarrollo y de democracia; casi 30 años después existe todo un discurso en sentido contrario, una construcción ideológica “neocentralista”, señaló el doctor Tonatiuh Guillén López, presidente de El Colegio de la Frontera Norte.
Al ofrecer la primera conferencia magistral del Seminario Internacional Los Gobiernos Locales Mexicanos ante la Centralización del Poder: Debates y Alternativas, en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el egresado de la licenciatura en Sociología de la Unidad Azcapotzalco dijo que en los últimos años hemos pasado de un “viejo centralismo” a un neocentralismo, porque en la estructura del Estado y la dinámica de las instituciones se siguen trayectorias centralizadas.
El debate de lo local se encuentra “borrado” del debate político, a pesar de que hasta mediados de los noventa el tema de lo local, el federalismo y la descentralización, estaban en el primer rango de la discusión pública.
Para el investigador las razones de este debilitamiento de la idea de lo local deben buscarse desde el punto de vista de estructuras y procesos y no sólo de actores inmediatos.
Guillén López explicó que en los años 80 hubo dos crisis, la del modelo de desarrollo, basado esencialmente en el gasto público, y su complemento, la crisis del modelo político “tal como estaba armado”.
Con estas rupturas, añadió, empezó a transitar de manera muy acelerada un modelo institucional que fue muy estable con todas sus tensiones y contradicciones, y “esto es importante porque marca el horizonte del diseño estructural de las instituciones”, una estructura de Estado y una clase política muy estable, coherente, articulada y funcional recíprocamente.
En ese escenario, el espacio de lo local era el de sociedades y gobiernos locales sometidos que es la esencia del modelo de Estados centralizado y autoritario.
Este modelo se empezó a romper en los años 80 y empezó por la crisis financiera del Estado y el ajuste financiero que “es fundamental”, porque la vida económica se movía en función del gasto público: la dinámica del crecimiento estaba amarrada a la dinámica de expansión del gasto.
Todos los servicios públicos, por ejemplo, dependían de esa estructura de gasto, y al romperse con el ajuste del gasto, se rompe también el modelo y en las regiones comienza a generarse un hueco de necesidades no atendidas y también una especie de “desfederalización” referida al retiro del gobierno federal de las regiones.
Todos estos cambios produjeron nuevos actores sociales en todos los campos y uno de ellos fue el de la política electoral, que llevó a la alternancia en los estados; con la alternancia se rompió la maquinaria del aparato centralizado y se pasó a un modelo “en el que levantaban la mano los estados y los municipios”.
Sobre las causas del estancamiento de este proceso, el investigador dijo que “nunca reformamos al gobierno municipal”, que está diseñado por, para y desde un gobierno centralizado. Cambiaron los actores, pero no modificamos las estructuras de gobierno.
(UAM)