El 19 de junio de 1762, bajo el cargo de subversión de la religión, la moral y las costumbres, el Pequeño Consejo de Ginebra, a instancias del fiscal general Jean-Robert Tronchin, realizó la quema de varios ejemplares del “Contrato Social” y “Emilio”, dos de las obras emblemáticas de Jean-Jacques Rousseau, que fueron consideradas sediciosas, impías y sacrílegas por parte de las autoridades locales de la época.
Sus obras inspiraron reformas en la educación y en la ciencia política, además de que Rousseau fue un ideólogo de la Revolución Francesa Ambas obras -consideradas el catecismo del hombre (Emilio) y el catecismo del ciudadano (el Contrato Social)- fueron quemados frente a la puerta del Hotel de Ville, en el barrio antiguo de Ginebra.
Ese fue el día que Ginebra rompió relaciones con su ciudadano más ilustre.
Jean-Robert Tronchin, miembro de la influyente familia Tronchin, fue electo procurador general de Ginebra en 1760, y con ese cargo preparó el informe que recomendó al cuerpo gobernante, el Pequeño Consejo de Ginebra, para condenar las obras de Jean-Jacques Rousseau, Emilio y el Contrato Social, en 1762, como textos ofensivos, y ordenando que se les incinerara en la plaza pública. La condena de Tronchin también incluía la medida extraordinaria de ordenar el arresto de Jean-Jacques Rousseau en caso de que entrar en la ciudad.
La “sanción” también alcanzó a su abogado defensor Charles Pictet, que tras la condena y la ruptura de relaciones oficiales con la ciudad tuvo que huir inmediatamente al cantón de Berna, donde le habían dado garantías de que podría seguir disfrutando de libertad.
Rosseau se instaló en la localidad de Yverdon, pero poco después fue expulsado, por lo que Rousseau se instaló en el principado de Neuchatel, que dependía del rey de Prusia, donde escribe en 1763 “Carta a Christophe de Beaumont, arzobispo de París” en defensa de las ideas que expresó en sus obras condenadas.
La Universidad parisina de La Sorbona condenó previamente “El Contrato Social” y “Emilio”, acusando al autor de ser «un gran maestro de corrupción y error», pero Ginebra fue más allá, quemando ambos libros y prohibiendo a Rousseau residir en la ciudad. Rousseau estaba a punto de cumplir 50 años.
Considerado por Kant como ‘”el Newton de la moral’”, el filósofo suizo nació el 28 de junio de 1712 en Ginebra, una ciudad que este año se está volcando con el trescientos aniversario del nacimiento de su ciudadano más ilustre.
Rousseau murió en el exilio, en la localidad francesa de Ermenonville en 1778, sin poder regresar a su Ginebra natal.
Tuvieron que pasar 14 años, hasta 1792, cuando Ginebra dio marcha atrás y rehabilitó la figura Rousseau. En diciembre de ese año, el comité revolucionario al frente de la ciudad declaró: ‘”El decreto dirigido contra la persona del ciudadano Jean-Jacques Rousseau y los juicios expresados en contra de sus obras son declarados nulos’”.