Héctor Cerezo Huerta
La mente es la versión 2.0 del alma
Eparquio Delgado |
Por fin pude ver y disfrutar la película animada “Intensa-Mente” y he de compartirles que me hizo reír como pocas veces lo hago; a grado tal que los niños a mi lado volteaban extrañados por mis tremendas carcajadas. Sin embargo, también me tambaleó la duda al sospechar que Alegría, Furia, Desagrado, Temor y Tristeza se inclinan hacia la divulgación de una psicología banal y profundamente mentalista que se adereza con un planteamiento accesible y una narrativa brillante. Es mi deseo que Intensa-Mente se convierta en un buen pretexto para conversar acerca de las emociones y sus propósitos en la experiencia humana y no, necesariamente en un mensaje sobre la educación emocional; pues sería igual de arriesgado que considerar a 50 sombras de Grey como una guía de educación de la sexualidad y el erotismo.
- Cognición y Cognitivismo
La vida afectiva es algo mucho más complejo que emociones caricaturizadas en cinco personajes que viven en un cuartel dentro de nuestra cabeza. La precisión científica de Intensa-Mente adquiere un papel secundario en la historia, ya que no alcanza a sugerir que emoción, razón y decisión son componentes de un proceso cognitivo indivisible que nos ayuda a adaptarnos a las demandas de nuestro ambiente aunque de diferentes maneras. Según Plutchik (1980), las diferentes emociones se pueden combinar para producir un rango de experiencias aún más amplio que el mostrado en la animación. La esperanza y la alegría, combinadas se convierten en optimismo; la alegría y la aceptación nos hacen sentir cariño; el desengaño es una mezcla de sorpresa y tristeza.
Si aludimos a cognición, debemos comprender que en su forma más básica, la cognición humana es un fenómeno biológico generado gracias a las propiedades de 100 billones de células nerviosas y los neurotransmisores que sintetizan. Precisamente, esta variable nos proporciona la capacidad de almacenar información equivalente a 10 billones de páginas de enciclopedia. Nuestro cerebro registra, almacena, conserva, recupera y descarta información de modo sorprendente, tanto que apenas estamos en posibilidad de comprenderlo. Para explicar esta idea metafóricamente, te propongo la siguiente analogía.
Un incremento de temperatura de 10 grados en un recipiente con agua a presión atmosférica normal es diferente si el cambio es de 35 a 45 grados o si es de 95 a 105. En el primer caso el agua continua siendo líquido el cambio es puramente cuantitativo. En el segundo caso el agua se convierte al estado gaseoso. Existe entonces un cambio cuantitativo y cualitativo. Esta idea aplica bien a la cognición humana; aquello que es biológico se convierte en psicológico cuando un gran número de neuronas establecen comunicación entre ellas. En otras palabras, la cantidad como hecho biológico se vuelve cualidad como hecho psicológico mediante la capacidad de estar consciente de sí mismo y conocer tu entorno.
Intensa-Mente comprueba de modo indirecto que el estudio de la mente ha sido prolífico a lo largo de las últimas décadas hasta convertirse en un marco de referencia suficientemente estable como para delimitar algunos hechos relevantes de la conducta humana. En las ciencias cognitivas, siempre se ha otorgado mayor relevancia a las dimensiones racionales del ser humano. Incluso, durante cientos de años se consideró que las emociones eran simplemente impulsos meramente fisiológicos y episódicos que se contraponían a la cognición y al raciocinio, sin embargo la psicología cognitiva, la neurociencias, la filosofía, la antropología e incluso una ciencia “híbrida” relativamente novedosa; la medicina conductual han demostrado empírica y experimentalmente que las emociones tienen un papel discreto pero estratégico en la percepción del mundo, en la motivación, en los procesos de salud y enfermedad, en nuestras experiencias afectivas, en nuestros pensamientos y toma de decisiones.
Intensa-Mente me dejó pensando seriamente en cómo la revisión contemporánea del problema de la mente ha sido fundamental para los supuestos de la Psicología, en la medida en que en nuestra disciplina se ha producido un importante cambio de orientación teórica y metodológica. Tras un largo período de predominio de la psicología conductista y la noción de la conexión estímulo-respuesta, “La Revolución Cognitiva” originada desde 1950, rescató la idea de los procesos cognitivos complejos para descifrar lo que ocurría en la mente del sujeto entre el estímulo y respuesta. La actividad mental de la cognición humana fue de nuevo respetable en el campo de la psicología y digno de estudio científico (Simon, 1991).
Desde otro punto de vista, el cognitivismo intentó oponerse al conductismo. No fue simplemente un rechazo del conductismo sino una integración de este en un nuevo esquema teórico de referencia. Las reglas de reforzamiento fueron puestas dentro de la mente del individuo y se les llamó reglas de representación simbólica de un problema. El comportamiento visible del organismo en sus procesos de aprendizaje, fue remplazado por procesos internos de pensamiento, memoria, atención y percepción llamados en forma genérica resolución de un problema.
En términos filosóficos el cognitivismo cambió el énfasis empírico por un énfasis racionalista; aspecto que sin duda se observa con un marcado énfasis en Intensa-Mente. Sin embargo, el cognitivismo reclamaba también su estatus científico y su aspecto experimental, de tal modo que se extendió hacia el estudio de problemas que no podían ser observados externamente como depósito de información en la memoria.
El desarrollo de la tecnología creó otro pilar de apoyo a las nuevas teorías cognitivas. La computadora creó un asombroso modelo de funcionamiento mental. En efecto, la computadora podía recibir y organizar información, operar con ella, transformarla y hasta resolver cierto tipo de problemas. Esto era para muchos el principio del estudio de la cognición humana teniendo un modelo concreto que solo necesitaba ser mejorado en sus capacidades y funciones para lograr una fiel réplica del aprendizaje humano.
A pesar de que la ciencia cognitiva prometió una ruptura definitiva y radical con la tradición conductista en psicología, puesto que afirmaba entrar en la caja negra de la mente y examinar su funcionamiento interno, tal propósito no fue alcanzado del todo. Desafortunadamente, muchos científicos cognitivos repitieron el mayor error de los conductistas; insistieron en estudiar solamente fenómenos objetivamente observables, ignorando entonces los rasgos esenciales de la mente. Por consiguiente, cuando abrieron la gran caja negra de la mente sólo encontraron en su interior muchas cajas negras pequeñitas.
Como lo proyecta Intensa-Mente, hoy en día, la ciencia cognitiva está menos preocupada por probar la existencia en tanto que entes pensantes y más ocupados en tratar de responder a la pregunta de qué conclusiones debemos extraer de nuestras experiencias sobre la propia naturaleza y sobre la naturaleza del mundo en que vivimos.
- Emoción, razón y decisión
Comprender profundamente las dimensiones cognitivas detrás de conceptos tan complejos como la personalidad, las emociones y la toma de decisiones antes de interpretarlos visualmente en Intensa-Mente, debió haber resultado un arduo trabajo. Sin embargo, la razón no puede desligarse de su contexto emocional, pues ante una situación cualquiera tenemos varias opciones para comportarnos; la corteza prefrontal es capaz de crear una representación muy fugaz de los diversos escenarios que pueden producirse como consecuencia de las distintas decisiones. Esto implica que “decidir” resulta un proceso en el que estructuras cerebrales múltiples participan en una brevedad de tiempo colaborando zonas prefrontales, corteza somatosensorial y además sistemas más primitivos y profundos del cerebro como la amígdala y el sistema límbico.
“Decidir” provocaría entonces que muchos sectores cerebrales se “enciendan” y nos proporcionen ciertas claves de cómo serían las cosas si tomáramos la decisión A, B, C o D. En este sentido, Damasio plantea en sus obras: “El error de Descartes” (1996) y “En busca de Spinoza” (2009) que las emociones son más que una triada de reacciones psicofisiológicas caracterizadas por activación fisiológica del sistema nervioso, cambios en la conducta expresiva facial y sensaciones subjetivas (Scherer, 1993) –aspecto que se explota hasta el cansancio en Intensa-Mente- sino más bien, las emociones proporcionan los criterios esenciales sobre los cuales el proceso racional toma decisiones sobre nuestras vidas.
Nuestro cerebro envía una señal en forma de sensación apreciable en nuestro cuerpo, misma que nos permite tomar mejores decisiones y realizar un análisis rápido y efectivo de las opciones disponibles ante un escenario determinado. Lo sorprendente de la propuesta de Damasio es que tales “claves, escenarios o imágenes”, no sólo nos informan de las consecuencias de la situación, sino que también nos sirven para mostrarnos un ejemplo o un esbozo de la reacción emocional que nos provocaría la situación real, y esta “probadita” incluye un anticipo de las sensaciones, sentimientos y reacciones viscerales y fisiológicas propias de la emoción. Intensa-Mente, de algún modo superficial, parece recordarnos a los Psicólogos la afirmación de Lacan (1992) en su Seminario 1 cuando enuncia contundente: “Los psicólogos son sordos, de dónde sacan esa loca idea de un cuerpo separado de una psique”.
Por otro lado, me preocupa que Intensa-Mente no abunde en el “Tren del pensamiento” como eje nuclear de la cognición humana, sino que moviliza estratégicamente a las emociones y ello termina por convertirse en el pretexto idóneo para “sentir más” y “pensar menos”, agregando mayores problemas a los que ya vivimos en las vivencias de la emociones y hasta en la formación de Psicólogos. Intensa-Mente pinta fielmente una transición histórica; el medioevo consideró al hombre desde una visión teocéntrica, el renacimiento le otorgó un carácter “antropocéntrico” y la post-modernidad nos revive tendencias introspectivas llevadas al extremo. Al respecto, la Psicología como ciencia, nació con una esencia vulnerable por su enorme complejidad. Creció y se consolidó gracias al amparo de innumerables cuidadores, maestros, padres, sustitutos y vigías. La hermosa joven permaneció discreta, pero renació en un momento apasionante donde convergió con eminentes fisiólogos, intentando despojar al estudio de lo mental de la especulación y la metafísica, para así colocarlo junto a las otras ciencias objetivas.
La joven “Psi” empezó a desarrollarse, y se vistió de psicoanálisis, se adornó de conductismo, se perfumó de cognitivismo, se puso un poco de maquillaje experimental y se sombreó su tímida mirada de humanismo hasta llegar a nuestros días. Hoy, sigue siendo joven, es quizás más bella que nunca, sin embargo en su cuerpo han irrumpido fuertemente ropajes extravagantes que le hacen estar a la moda y tan accesible como nunca. Entre tantos sesgos mentalistas, se siente perdida por la actuación de algunos “colegas” adherentes al supermercado new age.
Me inquieta que Intensa-Mente, a través del uso de personajes antropomorfos que ejemplifican a las “pequeñas personitas” que nos hablan al oído e indican nuestra personalidad se concentre exclusivamente en procesos cognitivos individuales y deje de lado sistemas culturales de representación para la adquisición y creación de nuevos conocimientos (Pozo, 2006) y nuevamente se configure como una verdadera oda a la alegría y a la tristeza como emociones nucleares.
¿Es posible que tú, no seas más que emociones encerradas en un cuartel general? ¿Es posible que tus emociones realmente constituyan una familia funcional? Y si así fuera, ¿hasta qué punto nuestras emociones –esas vocecitas- toman el control de tu cabeza?
Esta tendencia dicotómica a las emociones me parece peligrosa, pues sugiere que en nuestra mente, la alegría cuando está desamparada intentará restablecer siempre el bienestar, mientras que la tristeza, aunque llena de buena voluntad, busca desesperadamente ser útil a la felicidad.
Un comentario final. Intensa-Mente no necesariamente está construida en una sólida base psicológica que fundamente las vertientes de la historia. Las premisas de Intensa-mente son bastante eufemísticas y mecanizadas. No somos marionetas víctimas de nuestras emociones que toman decisiones según los estímulos y traumas que vamos viviendo y tampoco somos la simple sumatoria de todas nuestras experiencias vitales. La mente de algunas personas no es ni un lugar enorme, ni fantástico y menos aún, pletórico de colores.
Referencias:
- Damasio, A. (1996). El error de Descartes. España: Grijalbo Mondadori.
- Damasio, A. (2009). En busca de Spinoza: Neurobiología de la emoción y los sentimientos. España: Crítica.
- Lacan, J. (1992). El seminario Libro 1 (1953-54): Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
- Pozo, J. (2006). Adquisición de conocimiento: Cuando la carne se hace verbo. Madrid, España: Morata.
- Plutchik, R. (1980). Una teoría psicogeneral de la evolución de las emociones. México: Trillas.
- Simon, H. (1976). Administrative Behaviour. New York: Mcmillan Publishing.
- Scherer, K. (1986). Facets of Emotion: Recent Research. Hillasdale, USA: Lawrence Erlbaum.
Héctor Cerezo Huerta: Doctor en Psicología Educativa y del Desarrollo por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor-Investigador del Departamento de Formación Ética del Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla. Profesor-Instructor de la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala, UNAM. Experto en Formación pedagógica y Psicología basada en evidencias. Soy UNAMor verdadero.
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