Actualmente nadie podría imaginar su vida sin el confort que ofrece la luz eléctrica, disponible con tan sólo apretar un botón o girar una perilla. A pesar de esta facilidad, hay que tener en cuenta que es fundamental hacer un uso racional de ella. Desde la más pequeña lamparita hasta las grandes luminarias que se instalan en estadios o en la vía pública son estudiadas en detalle para garantizar que sean energéticamente eficientes.
Para mejorar su desempeño, los artefactos son analizados mediante ensayos fotométricos, que dan información sobre la forma en que distribuyen la luz, y en consecuencia, se puede saber cómo es la claridad sobre las superficies iluminadas por esta fuente luminosa. En el Laboratorio de Fotometría del Instituto de Investigación en Luz, Ambiente y Visión (ILAV, Conicet-UNT) de Tucumán, y del Departamento de Luminotecnia, Luz y Visión (FACET-UNT), Federico Buriek, profesional principal del Conicet, es el encargado de realizar estos estudios que se centran en las necesidades de los fabricantes de certificar las características de sus productos y obtener curvas fotométricas de uso en alumbrado exterior e interior.
“En el Laboratorio se realizan ensayos para proyectos de investigación y servicios a terceros. Lo que hacemos es medir la intensidad luminosa de fuentes, tanto de luminarias como las que se emplean para iluminar las calles, como también de lámparas o artefactos que se usan en el interior de una oficina, por ejemplo. En un aparato llamado goniofotómetro se monta la fuente y este equipo, mediante la combinación de giro del espejo y del brazo, mide la cantidad de luz emitida en los diferentes ángulos que llega a un sensor”, explica el profesional principal.
El ingeniero electrónico aclara que el brazo donde se ubica el artefacto a medir gira 360 grados a un ritmo relativamente lento. La combinación de movimiento del espejo y del brazo, junto con un sensor fijo que siempre apunta al centro del espejo para captar el artefacto desde todos los ángulos, permite registrar los datos que al finalizar el ensayo muestran cómo se distribuye la luz de la fuente en todas las direcciones. Esa información de distribución y rendimiento lumínico es tomada por fabricantes para diseñar las ópticas de las luminarias y por los diseñadores para hacer cálculos de proyectos de iluminación.
El goniofotómetro a espejo automatizado opera desde el año 1979 y fue uno de los primeros en el mundo. En Sudamérica sirvió de modelo para otros instalados en la región. Se destaca porque permite caracterizar fuentes de luz de dimensiones lineales de hasta dos metros y peso de 60 kilogramos.
Finalmente, Buriek aclara que cada artefacto necesita un montaje particular para adaptarlo al goniofotómetro, tarea que también realizan profesionales del ILAV en un taller en el que además se conservan las muestras de luminarias analizadas desde que se puso en funcionamiento el laboratorio hasta el presente.
“Trabajar en el laboratorio es interesante porque nos permite mantener constantemente un contacto directo con las últimas tecnologías y tendencias empleadas en iluminación”, concluye.
(CONICET/DICYT)