El escritor sueco Henning Mankell, maestro de la novela negra nórdica y uno de los narradores más leídos y celebrados de Europa, falleció el 5 de octubre de 2015 en Gotemburgo, a la edad de 67 años, según informó su editor sueco, Leonhart. Padecía un cáncer que le fue diagnosticado en 2014; su experiencia sobre este mal la plasmó en su libro libro Arenas movedizas (Tusquets), que fue su propio duelo frente a la muerte.
Además de este libro escribió varios artículos, de una sobrecogedora sinceridad, sobre el cáncer y aquellos que lo padecen en soledad.
Pero Mankell es conocido en la literatura universal por su personaje, el inspector Kurt Wallander, protagonista de sus historias de novela negra.
Mankell nació en Estocolmo el 3 de febrero de 1948, aunque pasó gran parte de su infancia en una comunidad rural, Sveg, a donde fue trasladado su padre, un magistrado. Fue marino mercante en su adolescencia y empezó su carrera literaria como autor teatral, aunque no comenzó a publicar las novelas de Wallander hasta 1991, cuando tenía 43 años.
El escritor sueco, que vivía entre Suecia y Mozambique (donde dirigió durante años el Teatro Nacional de Maputo), vendió aproximadamente 40 millones de libros a lo largo de su carrera, y deja una obra considerable compuesta por unos 40 títulos, entre ellos una docena de la serie sobre el comisario Kurt Wallander, cuyos casos también fueron llevados a la TV, tanto en Suecia como en Gran Bretaña, donde lo interpretó Kenneth Branagh. De hecho fue un gran impulsor del género, atrayendo para el mismo a gran cantidad de lectores y ampliando los temas que se trataban.
Tres de sus grandes obras de novela negra, entre otras, fueron publicadas en español por Tusquets, España: La falsa pista, Asesinos sin rostro, y La quinta mujer.
«La solidaridad con los débiles y los oprimidos atraviesa toda su obra», escribe Leopard, la editorial que fundó en 2001 con el editor Dan Israel. Esa era su otra cara, su gran compromiso social. A través de sus relatos, trazó un retrato crítico de la sociedad europea contemporánea, plasmando en sus obras temas como la integración de los inmigrantes, la violencia de género o el profundo malestar que se oculta debajo de la aparente perfección de los estados nórdicos.
«Son los otros quienes han inventado que Suecia es una utopía”, señaló en una entrevista con el diario El País, de España, en 2005. “Luchamos contra los mismos problemas que en España o Portugal, con la única excepción de que nosotros nunca hemos tenido una dictadura. En mis libros intento dar una imagen más real de Suecia. Es una de las sociedades más decentes en que se puede vivir».
Henning Mankell estaba casado con Eva Bergman, de 70 años -hija del cineasta Ingmar Bergman-, con quien tenía una relación cercana.
Mankell fue también un importante autor teatral y de libros para niños.
Como parte de la forma en que asumió su compromiso social dirigió durante años el Teatro Nacional de Maputo, Mozambique.
De hecho se identificaba ampliamente con el llamado Continente Negro, y empujar por su desarrollo fue una de sus grandes actividades.
Pero su compromiso político fue más allá de África: fue un gran defensor de la causa palestina y fue uno de los intelectuales que se encontraban en la flotilla abordada por la marina israelí cuando trataba de romper el bloqueo de Gaza, un ataque que acabó con nueve muertos y decenas de heridos.
Según su editorial sueca, Leopard, que fundó el propio Mankell con Dan Israel, el autor murió durante la noche. Le sobreviven su esposa, Eva Bergman (hija de otro nombre universal de la cultura sueca, el cineasta Ingmar Bergman), y su hijo, Jon. «La solidaridad con aquellos que necesitaban ayuda recorre toda su obra y marcó sus acciones hasta el final de sus días», prosigue la nota de la editorial.