Sandra Isabel Jiménez Mateos *
En octubre de 1915, ‘La metamorfosis’, de Franz Kafka, fue publicada por primera vez en la revista ‘Die weissen Blätter’ (‘Las hojas blancas’) de Leipzig, en Alemania.
La primera edición en formato del libro saldría dos meses después, en diciembre de ese mismo año, en la editorial alemana Kurt Wolff.
Comenzaba así la trayectoria de un relato que se convertiría –aunque su autor no pudiera sospecharlo– en uno de los libros más leídos de la historia de la literatura.
La obra fue redactada entre el 17 de noviembre y el 7 de diciembre de 1912, pero aguardó en el cajón mucho tiempo a que su autor estuviera de ánimo para que se publicase.
Por entonces estaba trabajando en una novela, que Max Brod, el amigo que recibió la orden de quemar todos los escritos de Kafka cuando este muriese, publicaría con el título de América. Pero se había atascado. El 17 de noviembre de 1912 le escribió una carta a su novia Felice Bauer, comentándole que se le había ocurrido un cuento que lo llevaba asediando desde “lo más hondo” de sí mismo.
Kafka le advirtió a su novia desde un principio que el héroe de su relato le daría “un miedo espeluznante”.
En esa correspondencia el 23 de noviembre Kafka le advierte a Felice: “También al héroe de mi cuento le han ido hoy las cosas excesivamente mal”
Y el 24 le deja entrever todo lo que el relato le provoca y lo que le hace aflorar: “Mi amor, pero qué extremadamente repulsiva es la historia que acabo de apartar a un lado para recuperarme pensando en ti. Ha avanzado ya hasta un poco más de la mitad, y en conjunto no estoy descontento de ella, pero en cuanto a nauseabunda, lo es de un modo ilimitado, y cosas como esas, te das cuenta, provienen del mismo corazón en el que tú habitas y toleras como morada”.
Traducido a más de 30 idiomas, La metamorfosis narra la historia de Gregorio Samsa, el comerciante que “después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Durante el libro, el malogrado mercader sufre el rechazo de su familia, que convive con él en un clima de terror y asco.
Todavía hoy se debate sobre el significado de la obra y sobre el tipo de insecto en el que se transformó Samsa. Kafka nunca llegó a aclararlo y, probablemente, tampoco quiso hacerlo. En una carta a su editor en octubre de 1915, el autor ya advertía que al ilustrar la portada, «el insecto no debe ser dibujado, ni siquiera desde la distancia». Y a pesar de que suele pensarse que el desdichado hombre se convierte en una cucaracha, su obra nunca menciona esta palabra.
Tras la formación de Checoslovaquia en 1960, las obras de Kafka fueron prohibidas en el recién creado país y no fue hasta 1989 cuando los libros del ilustre escritor, incluyendo La Metamorfosis, regresaron a las estanterías de la ciudad que le vio nacer.
1 de octubre
* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana