Cada cinco o siete años el árido desierto de Chile se transforma en una alfombra de flores de color malva pero las abundantes precipitaciones que han mojado la hostil tierra norteña del país estos últimos meses, han propiciado el «florecimiento más espectacular de los últimos 18 años».
«La ausencia de heladas y las precipitaciones asociadas a la ocurrencia del fenómeno climático de El Niño han generado el desierto florido más intenso desde 1997», dijo a Efe el encargado del Banco Base de Semillas del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia), Pedro León Lobos.
Las intensas lluvias que cayeron en marzo en la zona norte del país, que provocaron aluviones y desbordamientos de ríos que dejaron 28 muertos y decenas de miles de damnificados, mostraron ahora la otra cara de la catástrofe.