Misteriosas capas y ondas verdes se extienden sobre un paisaje rocoso desértico en esta escalofriante imagen de ciencia de la semana. Los picos de neón y esmeralda parecen esbozar un águila fantasmal en el cielo, con el pico afilado, la cabeza brillante y unas grandiosas alas extendidas.
Aunque esta foto pueda parecer un fenómeno paranormal o actividad alienígena, esta impactante vista del cielo se debe en realidad a un fenómeno astronómico mucho más común conocido como eyección de masa coronal o CME (por sus siglas en inglés).
Esta escena fue captada por el fotógrafo Bjørn Jørgensen el 24 de enero de 2012 en Grotfjord, Noruega. El día anterior el Sol había lanzado al espacio una explosión de partículas energéticas a gran velocidad –electrones, protones y otros iones–. Las grandes CME pueden contener hasta mil millones de toneladas de materia, que se transfiere al espacio a una velocidad de hasta 2000 km/s.
Estas partículas se dirigieron rápidamente hacia la Tierra y algunas quedaron atrapadas dentro de la magnetosfera de nuestro planeta, una región del espacio donde las partículas energéticas quedan retenidas por el campo magnético terrestre.
A continuación, las partículas comenzaron a caer sobre nuestra atmósfera, estrellándose contra los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno. Estas colisiones desprenden cantidades elevadas de energía en forma de luz, pintando el cielo de colores peculiares.
El color depende del tipo de partícula. Los colores más comunes son los azules rojizos del nitrógeno y las tonalidades rojas o amarillas verdosas del oxígeno atómico y molecular (como se aprecia en este caso). Estos colores pueden combinarse y crear asombrosos tonos naranjas, amarillos, rosas y morados.
Debido a su velocidad y su densidad de partículas, las CME producen a menudo auroras espectaculares. Cuando el Sol está especialmente activo produce varias CME al día, cantidad que desciende aproximadamente a una cada cinco días en los momentos de actividad más reducida. Cada mes, una media de una a cuatro CME alcanza la Tierra. Se les llama “Halo CME”.
Una flota de naves espaciales, entre las que se encuentran las misiones de la ESA SOHO, Proba-2 y Cluster, monitorizan el Sol y sus efectos sobre nuestro planeta.