La universidad debe ser un espacio donde la intolerancia es inaceptable y se respeta la libre manifestación de la orientación sexual, sostuvo el doctor David Chacón Hernández, titular de la Defensoría de los Derechos Universitarios (DDU) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En la apertura del Foro: La lucha contra toda forma de homofobia, en la Casa del Tiempo, centro de extensión educativa y cultural de la UAM, expuso que el organismo autónomo a su cargo considera el respeto a la diversidad sexual como uno de los derechos de la comunidad.
Tolerar significa permitir, mostrarse solidario y compasivo por el otro, no como remite el origen de la palabra “a una carga en la que hay que soportar al otro, al diferente, al que no es como uno, al que tal vez no es convencional”.
El doctor en derechos humanos resaltó que compasivo no significa tener lástima, sino brindar “un acompañamiento, no sólo en las vicisitudes, la tragedia y el dolor; es muy cercano a la solidaridad y a su vez al altruismo. La tolerancia convoca a acompañar a cualquiera que es diferente a nosotros”.
Por eso “las distinciones no deben ser símbolo de inferioridad. La sociedad debió haber superado hace muchos años las inferioridades humanas. No hay inferiores: hay seres distintos, diversos”.
El investigador del Departamento de Derecho de la Unidad Azcapotzalco resaltó que en pleno siglo XXI la humanidad no puede rechazar las identidades diversas, por lo que organismos internacionales –afiliados o no a la Organización de las Naciones Unidas– han construido principios e instrumentos que convocan al respeto de la diversidad cultural y de género.
El doctor Chacón Hernández preguntó si la sociedad mexicana puede calificarse de tolerante, permisiva y compasiva, cuando en el país sólo tres entidades federativas permiten el matrimonio igualitario: Ciudad de México, Coahuila y Quintana Roo, “faltando 29 estados donde existe una manifestación de esta diversidad”.
La doctora Martha Torres Falcón, académica del Departamento de Sociología de la Unidad Azcapotzalco, resaltó que el movimiento lésbico gay es la historia de la lucha contra la discriminación y en favor de los derechos humanos, un principio fundamental de las personas que a veces no es reconocido por ignorancia o mala fe.
La doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en mujeres y relaciones de género, indicó que la igualdad para la población femenina no ha sido reconocida por la existencia de un discurso social que marca que son desiguales.
Pero “al ser todos los seres humanos diferentes se requiere de la igualdad como principio normativo por ser un valor, una cultura donde todos los individuos tienen los mismos derechos, pero hablar de equidad de género todavía produce escozor”.
La también especialista en violencia doméstica manifestó que lesbianismo y homosexualidad ha pretendido invisibilizarse y, por ende, los derechos laborales y penales de esas personas han sido transgredidos.
La doctora en ciencias sociales Angie Rueda Castillo, autodefinida lesbiana, translesbiana, feminista, autónoma y radical, recordó que el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud descatalogó la homosexualidad como una enfermedad mental, declarándose esa fecha como el Día Internacional contra la homofobia, transfobia y bifobia.
Rueda Castillo defiende el empoderamiento de las mujeres, la igualdad entre ellas, la equidad en las condiciones materiales de acceso a los derechos, a la vez que se pronuncia en contra de un sistema de Estado patriarcal capitalista, machista y misógino, que las sitúa en un espacio de subordinación y sometimiento.
En su opinión el término de lesbiandad, en el escenario político radical y autónomo, comprende la construcción y el tejido de solidaridad entre mujeres para desarrollar alianzas estratégicas contra el sistema patriarcal.
La activista y defensora de los derechos humanos denunció el odio irracional y la existencia de fenómenos de lesbofobia, bifobia y transfobia contra las mujeres trans, lesbianas y feministas.