Basándose en modelos numéricos, los autores calculan que esos agujeros negros primero fueron estrellas muy masivas (con entre 40 y 100 veces la masa del Sol) formadas alrededor de 2.000 millones de años después del Big Bang. Luego colapsaron en distintos momentos hasta formar el sistema binario de agujeros negros, que acabaron colisionando y uniéndose (como se ilustra por etapas en la imagen).
Este trabajo proporciona un marco para entender mejor las futuras detecciones de ondas gravitacionales –hasta mil al año se podrán registrar cuando mejoren los instrumentos–, así como la naturaleza de sus fuentes.
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