México, espacio fragmentado entre indígenas y mestizos


México es un lugar fragmentado entre indígenas y mestizos. Desde los inicios de lo que sería nuestro país, el gran objetivo social y cultural era tener una nación única y unificada. Para hacerlo, la manera en que se planteó fue por medio de una lengua, el español, por lo que toda la población indígena, que era muy numerosa, quedaba excluida del proyecto de nación, expuso la doctora  Rebeca Barriga Villanueva, en la conferencia “La palabra vedada”, que se realizó en las instalaciones de la Academia Mexicana de la Historia, organización que forma parte de la Mesa Directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.

 

Desde esos momentos, “el indígena mexicano ha vivido una larga historia de miedos en todos los escenarios. Uno de ellos, de una complejidad inexplicable y de enorme injusticia humana es el de la elección entre su lengua materna –la primera con la que tuvo contacto y conformó su mundo-  y el español; aterradora disyuntiva en cuanto a la conformación de la identidad y de la emotividad humana. El miedo a la palabra lo ha dejado marginado”, lamentó la especialista en Lingüística Hispánica por El Colegio de México.

 

Según datos del Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas, se reconoce que México tiene 68 lenguas indígenas, con 364 variantes, pertenecientes a 11 distintas familias lingüísticas. Esta gran fragmentación se puede ver como un regalo o como un castigo, explicó la científica social perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores.

 

Ante las contradictorias políticas lingüísticas y educativas, los indígenas mexicanos han silenciado su voz, y por miedo, han callado su palabra, consciente o inconscientemente. El movimiento pendular de la historia lingüística ha buscado integrar a los indígenas al español, nunca a sus lenguas; el juego de dados siempre se ha cargado hacia la castellanización, subrayó la autora del libro Historia Sociolingüística de México.

 

Muestra de ello, es que en 1992 México se reconocía por primera vez en su Carta Magna como un país con una composición heterogénea, multicultural y plurilingüe. En 2001 se dio la confirmación de esa convicción con la reforma del artículo 2° de la Constitución. En 2003 se promulgó la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (LGDLPI), que reconoce a estas lenguas nacionales al igual que el español y la lengua de señas mexicana, de manera que las lenguas originarias tienen tanta validez como el español.

 

Actualmente, la unidad especializada de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe, “promueve la incorporación de este enfoque intercultural en el Sistema Educativo Nacional y evalúa los avances del mismo en materia de equidad, desarrollo intercultural y participación social en todos los tipos, niveles y modalidades educativos en coordinación con las unidades administrativas y órganos administrativos desconcentrados competentes de la SEP, a fin de garantizar una educación de calidad, con pertinencia cultural y lingüística”, como se lee en su sitio web http://eib.sep.gob.mx/diversidad/.

 

Sin embargo, “hoy por hoy, se dice en el discurso que somos interculturales y bilingües, de tal manera que en las escuelas debería de haber, no el inglés,  pues deberíamos tener una lengua indígena del país, lo cual ni es cierto ni se ha logrado en lo absoluto, por lo menos en las escuelas urbanas en donde hago investigación y que cuentan con niños migrantes e indígenas, en ninguna de ellas enseñan su lengua (…) los directivos de esas instituciones, ni siquiera reconocen que acudan este tipo de alumnos”, denunció la doctora Barriga Villanueva.

 

“Estamos en un bilingüismo de transición, los niños indígenas de la tercera generación, los que empiezan su educación primaria, comienzan a olvidar sus lenguas indígenas, caminan hacia el español, es decir, hay un movimiento de desplazamiento total de las lenguas indígenas, con lo cual se están perdiendo para continuar extinguiéndose”, concluyó.

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