Como parte de sus procesos de producción, la industria nacional del tequila genera grandes cantidades de bagazo que son desechadas, cuando pueden tener un aprovechamiento integral para obtener un combustible que disminuya la emisión de gases de efecto invernadero. Ante este panorama, un grupo multiinstitucional de investigadores desarrolló bioetanol con los residuos del agave.
Se trata de un proyecto conjunto entre el Instituto Tecnológico de Celaya y las universidades de Guanajuato y la Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), apoyado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. El proyecto de investigación tuvo una duración de tres años y como parte del mismo se hizo un estudio de la factibilidad técnica de su producción y una caracterización energética de los agaves.
El doctor Agustín Jaime Castro Montoya, profesor investigador del área de posgrado de la Facultad de Ingeniería Química de la UMSNH, y responsable técnico de la Red Temática de Bioenergía del Conacyt, explicó que en además de la fibra del agave que se encuentra en los bagazos, este biocombustible se puede obtener directamente de los azúcares de esta planta que puede ser sembrada con este fin y que en muchos casos crece en forma silvestre.
Además de generar bioetanol a partir de los agaves se pueden obtener productos secundarios en este proceso, como ácido poliláctico, el cual es utilizado para fabricar empaques de productos alimenticios y el ácido cítrico, que tiene una diversidad de aplicaciones en la industria.
En el país hay distintos tipos de agaves, los cuales crecen en zonas semiáridas en donde hay pocas lluvias, lugares no aptos para la siembra de maíz o trigo. Si bien en el caso del tequilana weber, el precio del litro de tequila es muy superior al del biocombustible, existen otros tipos de agaves cuya siembra para este fin sería rentable.
Cabe señalar que en distintas zonas del país diferentes a las de denominación de origen de tequila se producen bebidas a base de agave, tal es el caso del mezcal, la bacanora de Sonora o el sotol de Chihuahua, cuyos bagazos se podrían aprovechar con el mismo fin.
El primer productor de bioetanol es Estados Unidos, que utiliza el maíz como insumo, cuando en México está prohibido, y el segundo es Brasil que emplea caña de azúcar. En nuestro país, Tamaulipas produce bioetanol a partir del sorgo, que es alimento para ganado. Otro insumo para su producción son los residuos municipales y los desecho de los mercados de frutas y verduras.
Entonces, explica el doctor Castro Montoya, surge la necesidad de que el insumo a partir del cual se genera este biocombustible no intervenga en la cadena alimenticia humana, de ahí el planteamiento de este proyecto. De ahí la necesidad de mostrar a los agricultores y al sector productivo el potencial que tienen los agaves, tanto en la producción de biocombustible como en la generación de productos secundarios.
Respecto a si es necesario realizar adaptaciones a los automóviles para que puedan usar bioetanol, el investigador explicó que no es así, aunque es recomendable que sea utilizable en vehículos recientes. En una prueba pública realizada con una camioneta de la Universidad Michoacana se utilizó exitosamente una mezcla de diez por ciento de bioetanol y el resto de gasolina.
En ese sentido, la Secretaría de Energía y Pemex lanzaron una convocatoria para la producción de mezclas de bioetanol /gasolina para terminales de abastecimiento, algunas en Veracruz y otras en Tamaulipas, mezclas que serán al seis por ciento. Incluso, explicó, en Veracruz ya hay terminales de venta de etanol, el cual aún no se encuentra mezclado pero que los clientes combinan con gasolina.
Como parte de este proyecto se instaló en la UMSNH una planta piloto para la producción de bioetanol a partir de agave.
(Investigación y Desarrollo)