El 13 de octubre de 1884, durante la Conferencia Internacional del Meridiano celebrada en Washington (EE UU), una delegación internacional de geógrafos y astrónomos de 25 países acordaron que el meridiano de Greenwich serviría de referencia para medir las longitudes en la Tierra.
Desde entonces, en los cálculos de las coordenadas geográficas, se considera que la longitud es la distancia angular, medida en grados, entre ese meridiano y el de cualquier punto de la esfera terrestre.
Igualmente empezó a tomarse como hora de referencia mundial la marcada para este punto.
El nombre hace referencia a la localidad británica de Greenwich (pronunciado ‘ɡrínidʒ’ en inglés), por donde cruza esta línea imaginaria, en concreto por su antiguo observatorio astronómico. La propuesta de Gran Bretaña, pionera en la resolución del problema de la longitud y por entonces con la marina más grande del mundo, fue adoptada por el resto de países.
El meridiano de Greenwich –también conocido como meridiano cero, meridiano base o primer meridiano–, discurre por muchos otros puntos de Europa, África y la Antártida. En España pasa por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la autopista Zaragoza-Fraga (donde hay un arco que lo recuerda) y localidades de Alicante como Denia y Altea.
Antes del acuerdo de Washington, los científicos y marinos utilizaban distintos meridianos como referencia (Jerusalén, París, Roma, San Petersburgo, Filadelfia, isla canaria de El Hierro…), lo que complicaba la navegación y el comercio internacional.