Durante los últimos 16 años, los científicos han estudiado a los gecos, unos lagartos con hábitos nocturnos capaces de emitir sonidos para comunicarse y de escalar superficies verticales gracias a unas almohadillas adhesivas situadas en las plantas de sus pies. Aunque los científicos llevan años estudiando estas habilidades para aplicarlas en nanotecnología y biomímesis, no se sabe casi nada sobre el origen de su capacidad adhesiva.
Un equipo de la Universidad de California en Riverside (EE UU), cuya investigación se centra en los gecos enanos del género Gonatodes, ha encontrado ciertas respuestas en la salamanquesa de Trinidad (Gonatodes humeralis), hallada en América del Sur y que puede escalar superficies tan lisas como las hojas y los tallos de bambú.
“Nuestro análisis demuestra que este lagarto tiene unos pelillos microscópicos, llamados setae, debajo de sus pies, que le permite subir por superficies lisas sin la compleja estructura que caracterizan los pies de las salamanquesas con las que estamos más familiarizados”, explica Timothy Higham, profesor asociado de Biología de la universidad californiana y autor del estudio publicado en Biological Journal of the Linnean Society.
Los resultados demuestran que los setae interactúan con las superficies a través de enlaces de van del Waals, con fuerzas entre moléculas (o entre partes de una misma molécula) distintas a las debidas a un enlace intramolecular.
“Hasta ahora no habíamos visto un geco que muestre los comienzos del sistema de adherencia”, recalca el científico
Según los científicos, los pelos en las almohadillas proporcionan aGonatodes humeralis una ventaja para escalar todo tipo de superficies, incluso las más resbaladizas, y así evitar a los depredadores y ocupar hábitats a las que otros gecos del mismo género no acceden.
Unos pelillos adhesivos atípicos
Los setae de esta especie son cortos y sencillos comparados con los delgeco tokay, por ejemplo. Estos se sitúan junto a unas pequeñas estructuras que aumentan la fricción llamadas espínulas, que no desempeñan ningún papel en la adherencia y que se encuentran debajo de los pies de muchos lagartos y lagartijas. Para los autores, los setae de G. humeralis son el resultado de una transformación de las espínulas.
“Hasta ahora no habíamos visto un geco que muestre los comienzos del sistema de adherencia”, recalca el científico quien añade que “pequeñas modificaciones pueden dirigir a la complejidad”.
Las capacidades de esta especie de geco ofrecen una etapa intermedia de la evolución del aparato de adherencia. El trabajo indica que el origen de esta habilidad en las salamanquesas ha sido gradual y ha sufrido cambios importantes en su ecología y función.
“El sistema de adherencia relativamente simple de G. Humeralis indica que ligeras modificaciones en la forma pueden influir drásticamente en los resultados funcionales y en los nichos ecológicos que se pueden explotar”, declara Higham. Evoluciones morfológicas sutiles son capaces de desencadenar un cambio radical.