Desde hace 29 años, la doctora Carmen Sánchez Hernández ha dedicado su vida completa al estudio de los hongos de todo tipo, desde comestibles hasta fitopatógenos.
Sus investigaciones le han dado la vuelta al mundo, un ejemplo es su artículo “Residuos lignocelulósicos: biodegradación y bioconversión por hongos”, publicado en la revista Biotechnology Advances, la segunda más importante en el área de biotecnología y cuenta con más de 756 citas.
Sánchez Hernández es fundadora y parte esencial del Centro de Investigación de Ciencias Biológicas (CICB), perteneciente a la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).
Del queso a la ciencia
Carmen Sánchez nació en Tlaxco, municipio reconocido por su gran producción y calidad de quesos, ubicado al norte del estado de Tlaxcala, ahí realizó sus estudios de primaria y secundaria.
Como en su pueblo no había preparatoria, pero ella quería seguir estudiando para dedicarse a algo que realmente la hiciera feliz, Carmen decidió salir de su zona de confort y diariamente iba a Chignahuapan, Puebla, a la prepa y regresaba a su pueblo.
“Un día en la pequeña biblioteca de la preparatoria de Chignahuapan estaba revisando un libro y me encontré un folleto que decía ingeniería bioquímica industrial, yo no sabía qué estudiar, lo único que sabía era que me gustaba mucho la escuela y que quería continuar. Investigué cuál era el plan de estudio y qué hacían, entonces dije ‘yo quiero estudiar esto’”.
El problema era que esta carrera no la impartían en la casi recién creada UAT, sino en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México.
El verdadero problema radicaba, no en el promedio para ingresar, sino en convencer a sus padres que la dejaran seguir estudiando, ya que su familia era muy conservadora y no veían “con buenos ojos” que las mujeres estudiaran.
“Mi papá no era de la idea de que las mujeres estudiáramos, quería que mis hermanos estudiaran, pero ninguno de los siete hermanos quería estudiar, ellos querían dedicarse a otra cosa. Empecé a hacer labor de convencimiento, primero con mi mamá, para que ella le pidiera a mi papá que me diera la oportunidad de ir al DF a estudiar. Me dieron la oportunidad siempre y cuando viviera con mis tíos y terminara la carrera en tiempo y forma, ni un día más”, relató la ahora investigadora.
A los cuatro años, Carmen ya estaba de vuelta en Tlaxcala, ella quería ingresar a la Universidad Autónoma de Tlaxcala para dar clases y enseñar lo que ella había aprendido en la UAM.
“Fui al Departamento de Química, que se encuentra en Apizaquito, que está muy cerca de Tlaxco, fui a ver si había trabajo para mí. Cuando llegué a la universidad me dijeron que había alguien de la UAM que había ido a realizar un año sabático y justo ese investigador, José María Barba, fue mi profesor en la licenciatura”.
Mi primer trabajo
Cuando la vio “Chema”, le dijo que no había contrataciones, pero si quería podían hacer un proyecto y empezar a trabajar. Ella sin pensarlo dos veces aceptó de inmediato y fue así que hicieron un proyecto de hongos comestibles.
“Nos fue muy bien, creamos una empresa pequeña de producción de hongos, el gobierno estatal nos aprobó un proyecto para producir hongos en una empresa formada por ejidatarios”.
A pesar de que le iba bien, ella no estaba conforme con la licenciatura, “sentía que mi vocación era otra, la investigación”, y justo fue la noticia de que se iba a hacer un centro de investigación lo que la impulsó a realizar la maestría.
“Ya íbamos a tener un centro de investigación, yo tenía que prepararme para hacer una participación digna”. Así que ingresó a la UAM a realizar su maestría en biotecnología y fue así que empezó su carrera de científica.
“Cada vez que me adentraba a mi área sentía que me gustaba más y me quería preparar más. Así que apliqué a una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para irme a estudiar a la Universidad de Manchester”.
De regreso a mi pueblo
Al concluir su doctorado y a pesar de que tuvo la oportunidad de trabajar en Manchester o en la propia UAM, en donde había realizado la ingeniería y la maestría, decidió regresar a Tlaxcala a formar su propio grupo de investigación.
“Siempre quise hacer algo por Tlaxcala, somos un estado pequeñito, siempre quise regresar a mis orígenes y construir, abrir las puertas para que más jóvenes, sobre todo las mujeres, siguieran estudiando”.
Ya que vieron triunfar a la ya doctora, sus padres y hermanos estaban muy contentos, no podían creer todo lo que había logrado, incluso sus vecinos y demás gente del pueblo la felicitaban y admiraban.
“El pueblo es muy chiquito y toda la gente se enteró que estaba estudiando en Reino Unido y cuando regresé me preguntaban ‘¿cómo te fue?, ¿qué investigas?, ¿cómo lo lograste?’”.
Así, a su regreso logró emocionar a varios jóvenes para que estudiaran por lo menos una licenciatura. Además, con su ejemplo y sin proponérselo, logró convencer a varios padres para que dejaran estudiar a sus hijas.
Enamorada de los hongos
Mientras que para la mayoría de sus amigas y sus vecinas su sueño era casarse y tener hijos, Carmen soñaba con realizar investigaciones que tuvieran un impacto en la sociedad.
“Soy muy feliz, estoy viviendo mi sueño, cada mujer tiene sueños diferentes, mientras que para algunas su sueño es viajar o tener hijos, para mí era hacer investigación, tener un posgrado, dirigir una revista y organizar un evento internacional, y hoy tengo todo eso”.
Carmen no tiene hijos ni esposo, pero nunca está sola, todo el día se la pasa con colegas y estudiantes, y los fines de semana con amigas, ya que es una mujer muy sociable.
Es organizada y disciplinada con la distribución de su tiempo y sus actividades, lo cual le permite darse tiempo para todo, para dar clases, hacer investigación, escribir artículos, asesorar a los estudiantes, hacer actividades de divulgación y asistir a fiestas.
“Me organizo para hacer todo. De una jornada de trabajo yo le dedico dos horas a la revista, dos horas a la lectura de artículos, dos horas a los estudiantes, tres horas a la investigación y para escribir mis artículos le dedico un día del fin de semana”.
Expresa que como ama su trabajo no se le hace pesado trabajar en fin de semana, “mi pasión es mi trabajo, yo me dedico 100 por ciento a mi trabajo y lo hago porque me gusta mucho”.
No me pierdo ni una fiesta patronal
Con esa organización de su tiempo, Carmen logra hacer todo e incluso asistir a todas las fiestas patronales de los pueblos de sus alumnos. “Tlaxcala es muy peculiar, todos mis estudiantes viven en pueblos y casi todos los lunes cuando llegamos al laboratorio alguien nos dice que es la fiesta de su pueblo y todos nos vamos a comer en la megam”.
La megam es la camioneta de la doctora, que fue “bautizada” así por los alumnos porque es una megacamioneta y es una Ram. “La camioneta juega un papel fundamental porque si hay un evento o cualquier cosa yo traslado a los alumnos, invitados o mobiliario que se requiera”.
Para Carmen Sánchez no hay impedimentos, todo se puede lograr, todo es cuestión de actitud, por esa razón, además de su sencillez y carisma, es que la gente en su pueblo la quiere y la admira.