Cuando se pregunta para qué sirve la ciencia, la primera respuesta que aparece tiene que ver con su papel en el desarrollo económico, puesto que a mayor inversión en ciencia, mayor progreso industrial e ingreso per capita. Pero esa no es su única función ni la única forma en que un país puede utilizar a esta actividad para su beneficio, explicó el doctor Javier Flores, profesor de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, en la conferencia “La comunicación de la ciencia en la prensa escrita”, que formó parte del 4to. Simposio de Divulgación, Ciencia y Medios de Comunicación realizadoen la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa.
“Entre las muchas funciones que tiene el periodismo científico está la labor educativa, porque la enorme mayoría de los jóvenes en México no tienen acceso a las universidades, pero ellos y el resto de la sociedad pueden estar al tanto de los avances en el conocimiento en México y el mundo en tiempo real, gracias a la tarea de los divulgadores. Aquí aparece otra de las funciones de la comunicación de la ciencia, pues es una ventana que nos permite estar al tanto de las oportunidades que brinda el conocimiento, así como sobre sus riesgos, explicó el director de la revista Forum del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
“Hay otras funciones que cumplen la ciencia y su difusión entre la sociedad, que son de las que menos se habla, a pesar de su trascendencia como su papel en la transformación de las sociedades. La píldora anticonceptiva –que por cierto fue creada en México– propició una de las mayores revoluciones sociales de todos los tiempos. Al separar la reproducción de la sexualidad, las mujeres se incorporaron al mercado de trabajo, a la educación, entre otras áreas, lo cual está cambiando al mundo”, mencionó el articulista del periódico La Jornada.
Es por ello que la comunicación de la ciencia cumple funciones que no están limitadas solamente a la esfera económica, sino también a la creación de una cultura que permite a las sociedades estar informadas y tomar decisiones objetivas y racionales.
A pesar de lo anterior, aunque los esfuerzos por posicionar la ciencia en el país han aumentado, actividades como la comunicación de la ciencia son aún poco valoradas, concluyó Flores.
Evaluar la comunicación de la ciencia, un reto
Como uno de los principales motivos para que la comunicación pública de la ciencia no sea estimulada ni premiada, es que las actividades en esta tarea no están bien definidas, identificó en entrevista para el Foro Consultivo, el ex rector de la UAM-Iztapalapa, doctor Javier Velázquez Moctezuma.
“Nosotros hemos dedicado mucho tiempo en esta universidad para generar un tabulador, donde hemos tratado de darle una cuantificación al trabajo académico, pero lo que no hemos podido es definir eso para la divulgación de la ciencia, porque no se puede medir qué tanto le llevó preparar esa actividad al investigador y qué tan bueno es para desarrollar esa actividad. Si habría que evaluarlo pero no es tan fácil.
“Definitivamente la comunicación de la ciencia tiene que ser reconocida, es una actividad que requiere conocimientos especializados, la cual es demandante desde su preparación, después llevarla a cabo y posteriormente medir el impacto.
“Los universitarios tenemos un compromiso social que no debemos eludir nunca, nos debemos a la sociedad que sostiene nuestra institución. Estamos aquí porque queremos formar profesionales eficientes que le sirvan al país y entonces hacemos docencia, labor que la sociedad ha entendido muy bien, lo mismo pasa con la investigación, más no con la comunicación de la ciencia”, indicó Velázquez Moctezuma.
Cabe señalar, que políticos y empresarios empiezan a entender que la actividad científica es importante, sin embargo, aún no saben por qué es un tema relevante para México.
“Desde hace años se aprobó la ley para que la inversión para la ciencia correspondiera al 1 por ciento del Producto Interno Bruto, pero lamentablemente, como muchas leyes que no se cumplen, estamos por la mitad.
“Pero más allá de que no se cumpla la ley, lo importante es que cuando México tiene problemas y sería el momento adecuado para recurrir a la ciencia, los tomadores de decisión no voltean a ver a la ciencia nacional y lo hacen a la ciencia foránea (…) Es como la gente que se va a operar a Rochester, en los Estados Unidos, y la operan los cirujanos mexicanos que viajan allá a operar, entonces en lugar de aprovechar lo que aquí se tiene se recurre al extranjero, es el mismo penoso caso en la ciencia”, lamentó el prominente profesor e investigador de la UAM-Iztapalapa.