Aunque era reticente a manifestar su opinión sobre cuestiones religiosas, en 1879 afirmó que nunca se había considerado ateo, y que el término agnóstico sería una descripción más correcta de su estado de ánimo.
En 1882, falleció en su residencia de Downe (Inglaterra) a la edad de 73 años a causa de las complicaciones derivadas de una angina de pecho.
Según los historiadores, sus últimas palabras fueron para su mujer Emma: «No tengo miedo de la muerte. Recuerda qué buena esposa has sido para mí. Dile a mis hijos que recuerden lo buenos que han sido todos conmigo». Y a sus hijos: «Casi ha merecido la pena estar enfermo para recibir vuestros cuidados».
A petición de sus amigos, Darwin fue enterrado en la Abadía de Westminster junto a John Herschel e Isaac Newton. Y fue una de las cinco personas no pertenecientes a la realeza que en el siglo XIX recibió un funeral de estado.
Notas relacionadas:
– El 24 de noviembre de 1859, se publica la primera edición de ‘»El Origen de las Especies'»