Veracruz, al igual que Durango y otras entidades importantes, merecen contar con su compañía de ópera, con la infraestructura que permita el buen desarrollo de tanto talento que se ubica en cualquier parte del territorio nacional, expresó Laura Schroeder, catedrática de canto en la Universidad Juárez de Durango e invitada por la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV) para impartir clases, como parte del intercambio académico entre ambas instituciones.
Egresada del Conservatorio Nacional de Música de México y con Maestría en Ópera y Representación Dramática por la Universidad Mozarteum de Salzburgo, en Austria, Schroeder comentó acerca de las semejanzas y diferencias entre el alumnado de las universidades Veracruzana y de Durango.
En asuntos de aprendizaje, ha encontrado una gran cantera de jóvenes talentosos, con la diferencia que en la Universidad de Durango la carrera de canto es de reciente creación, mientras que en Xalapa la enseñanza en este arte cuenta con un historial considerable.
“A los alumnos de la Facultad de Música de la UV los encuentro bien preparados, con la intención de aprender y capitalizar adecuadamente las enseñanzas. Yo les digo que, de lo que les enseño, guarden lo que les funcione y que lo empleen en su formación. Estoy muy contenta con la fructificación de este intercambio académico…”
Originaria de la Ciudad de México, Laura visitó Xalapa desde que era estudiante, entre 1997 y 1998, y se percató que la veta cantora es nutrida. “En Durango tengo 13 alumnos, pero en el curso para la UV tengo 24, y todos son conscientes de lo que están haciendo”.
Schroeder considera una enorme responsabilidad trabajar en una entidad como Durango, cuna de artistas como la familia Revueltas (Silvestre, José, Rosaura y Fermín), Fanny Anitúa, Nelly Campobello o Dolores del Río.
“Si digo que cada estado de la República debería tener su compañía de ópera, su coro, su teatro, es porque hay grandes voces pero en las actuales circunstancias no hay campo de desempeño para todos. O se van a buscar otros horizontes o se quedarán a picar piedra y buscar chamba. No hay fuentes de trabajo para los artistas. Por ello aspiro a que todos luchemos a brazo partido para forjar una sociedad bien educada y con cultura, que es la que exigirá todo ello.”
El canto, comentó, ha cambiado la vida de familias enteras. “Tengo alumnos muy humildes cuyos familiares sólo veían en el muchacho un potencial peón campirano o candidato a emigrar al norte. Cuando esos mismos jóvenes comenzaron a desempeñarse en el arte vocal, se modificó totalmente la mentalidad y la vida familiar. Es asunto de luchar contra una mentalidad tradicionalista y su singular pensamiento. Una vez que esos cantantes trabajan duro en la técnica vocal y de interpretación; una vez que se han adaptado a esa disciplina, lo demás viene por sí mismo. Habrá futuro para ellos”.
La académica –cantante de tesitura soprano– indicó que a uno de sus alumnos le han hecho ofrecimientos para que se desempeñe en Chihuahua. Otros se foguean ofreciendo recitales y, cuando se puede, en montajes operísticos. Varios de ellos trabajaron en la ópera Carmen de Bizet; “una en el rol de Frasquita, otra como Mercedes, uno fue El Remendado; en Rigoletto de Verdi, una de mis alumnas hizo la condesa Ceprano”.
Luego refirió que el buen entrenamiento debe caminar de la mano con la programación en el repertorio a seguir. “Les convoco a interpretar bel canto, lied, oratorio y las buenas canciones populares mexicanas. No falta quien me pide que alguien le cante un Nessun dorma o E lucevan le stelle, pero no puedo arrojarlos hacia algo para lo que aún no están preparados. No puedo exponerlos a las grandes arias, al repertorio que sólo se logra después de muchos años de estudio y práctica”.