Manuel Martínez Morales
El estudio de los sistemas complejos es un campo interdisciplinario de investigación que busca explicar cómo un gran número de entidades relativamente simples (los genes, por ejemplo) se auto-organizan en un todo colectivo (el genoma) cuyo funcionamiento no puede reducirse a la suma de la operación de sus componentes. El todo puede entonces mostrar propiedades, a las que se denomina “propiedades emergentes”, que no pueden derivarse de las propiedades de sus elementos,
El calentamiento global, las enfermedades infecciosas como la malaria, las causas del cáncer y otros retos de salud pública, el agua, el urbanismo, la educación, los problemas ambientales y en general, los que enfrenta la sociedad actual, requieren para su solución de un nuevo paradigma. Esto no se refiere solamente a las diferentes disciplinas de la ciencia básica, sino también a las ingenierías y a la tecnología, así como a su vinculación con los sectores público y productivo.
El término complejidad intenta reflejar el comportamiento de sistemas en los que inciden numerosas variables. Un sistema complejo está compuesto generalmente por partes interconectadas o entrelazadas, cuyas interacciones arrojan información adicional y usualmente oculta al observador. Como resultado de estas interacciones entre sus elementos, surgen propiedades nuevas (denominadas emergentes) que no pueden explicarse a partir de las propiedades de los elementos aislados.
Un sistema ecológico, por ejemplo, es complejo con propiedades emergentes, impredecibles a partir de sus componentes individuales. Además, si una de sus partes se altera ligeramente, el sistema en su totalidad puede sufrir cambios muy grandes y reaccionar de modo impredecible. El estudio de los sistemas complejos, para ser capaz de abordar problemas concretos, requiere de una ciencia integrativa, que logre trascender las barreras disciplinarias. Los retos que enfrentamos necesitan de una ciencia que involucre procesos integrados y no sus componentes aislados, para romper con la atomización, que dificulta la transferencia de conocimientos.
Con el propósito de buscar incidir de manera más relevante en la solución de problemas complejos que enfrenta nuestro país, un grupo de investigadores de diversos institutos y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tuvo la iniciativa de crear el Centro de Ciencias de la Complejidad. Este centro, conocido también como C3, se inauguró oficialmente a finales de 2008 en la Torre de Ingeniería, moderno y acogedor espacio situado en el corazón de Ciudad Universitaria. En él se busca poner en práctica una manera diferente de hacer ciencia, que comprende la interacción de los sistemas sociales y económicos con los fenómenos naturales, es decir, aquéllos que son tema de estudio de la física, la biología, la química y, en general, las ciencias naturales.
El grupo de investigadores que inició el proyecto C3 estuvo originalmente integrado por físicos, matemáticos, biólogos y científicos de la computación, pero hoy día participan profesionales de otras especialidades, entre ellos ingenieros, médicos, veterinarios, tecnólogos, sociólogos, e incluso filósofos, que exploran las mejores formas de comunicarse entre sí en un universo en el que cada quien habla su propio idioma. En el C3, la frontera entre las distintas ciencias busca volverse más tenue y la interacción de factores que dan lugar a lo complejo adquiere un papel primordial.
El C3 ha logrado ya conformar una red de más de 300 investigadores y estudiantes de facultades, centros e institutos de la UNAM, así como de instituciones públicas y universidades de México y de otros países. Se pretende desarrollar ahí soluciones tecnológicas que, para alcanzar mayor potencial, sean respaldadas por una ciencia básica de alto nivel.
El C3 aspira a convertirse en un espacio que contribuya al desarrollo de una ciencia y tecnología vigorosas que redunden en beneficio de nuestro país.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.