Sandra Isabel Jiménez Mateos *
Alexander Graham Bell, es más conocido por ser a quien se le atribuyó la invención del teléfono en 1876, aunque en su vida presentó 18 patentes individuales y 12 con colaboradores. Fue un ingeniero, físico e inventor escocés naturalizado norteamericano que nació en Edimburgo, Escocia, Gran Bretaña, el 3 de marzo de 1847.
Fue también un logopeda (fonoaudiología, logopedia o terapia del lenguaje), llevado por la sordera gradual de su madre (que empezó a perder el sentido del oído cuando Bell tenía tan solo 12 años). Bell y su madre desarrollaron un lenguaje de señas con el que Alexander le transmitía la conversación familiar. Además desarrolló una técnica del habla en tonos claros, modulados directamente de frente a su madre, donde ella lo oiría con claridad razonable. Fue la preocupación de Alexander por la sordera de su madre lo que lo condujo a estudiar acústica.
Su familia estaba asociada con la enseñanza de la locución: su abuelo, Alexander Bell, en Londres, su tío en Dublín y su padre en Edimburgo, eran todos locutores. Su padre publicó una variedad de trabajos sobre el tema, muchos de los cuales siguen siendo conocidos, especialmente su trabajo The Standard Elocutionist (1860) y Tratado en el discurso visible, que apareció en Edimburgo en 1868. The Standard Elocutionist se publicó en 168 ediciones británicas y se vendieron más de un cuarto de millón de ejemplares solo en los Estados Unidos. En el libro, se explican sus métodos para enseñar a los mudos a articular palabras y a leer el movimiento de los labios de otras personas para descifrar su significado. El padre de Alexander les enseñó a él y a sus hermanos el lenguaje de señas (que llamó por entonces discurso visible), además de identificar cualquier símbolo y su sonido. Alexander fue tan eficiente en esta labor que se convirtió en parte de las demostraciones públicas de su padre, presentando sus capacidades descifrando en latín, gaélico e incluso los símbolos del sánscrito, los mensajes que su padre le transmitía mediante el lenguaje de señas.
Durante el otoño de 1865 Alexander enfermó, experimentando un marcado cansancio. Su hermano menor, Edward (Ted) fue igualmente internado, diagnosticándosele tuberculosis. Durante 1866 Alexander se recuperaba, pero la salud de su hermano empeoraba y finalmente falleció.
En mayo de 1870, su otro hermano, Melville (con quien trabajó en su juventud en la creación de una cabeza parlante) murió por una complicación de tuberculosis, causando una crisis familiar. Su padre también había sufrido una enfermedad debilitante anteriormente y había sanado tras una convalecencia en Terranova y Labrador, en Canada. Con esto los padres de Bell adelantaron una mudanza largamente planeada, cuando se dieron cuenta de que su hijo restante también estaba enfermo. Haciendo un juicio rápido, el padre consultó al hijo para poder vender toda la propiedad familiar, concluyendo todos los asuntos de su hermano (Bell tomó a un último alumno, curando un ceceo pronunciado) y partir hacia el Nuevo Mundo.
En Canadá compraron una pequeña granja de 10 acres y medio, cerca de Ontario. Allí aprendió el idioma mohawk y lo tradujo al lenguaje de señas. Por esa labor, le fue concedida la distinción de jefe honorario e incluso participó en una ceremonia, donde llevó un vestido mohawk y bailó sus danzas tradicionales.
Posteriormente, su padre fue invitado por Sarah Fuller, rectora de la Boston School for Deaf Mutes (escuela para sordomudos que continua hoy como The Horace Mann School for the Deaf and Hard of Hearing), en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, para entrenar a sus instructores en el «Sistema de Discurso Visible» o lenguaje de señas, pero rechazó la oferta cediéndole su lugar a su hijo. Alexander viajó a Boston en abril de 1871 y concluyó un exitoso plan de formación.
En Boston con el joven mecánico norteamericano Thomas Augustus Watson y el patrocinio de los padres de dos alumnos sordos, una era Mabel Hubbard, con quien se terminaría casando en 1877, diseñó un aparto para interconvertir el sonido en impulsos eléctricos.
En 1876 este invento lo inscribió en el registro de patentes de los Estados Unidos y lo denominó teléfono. La comercialización de la patente provocó controvertidos litigios.
En 1887 Antonio Meucci lo demandó por la autoría del invento, del cual reclamó parte de los beneficios económicos, pero no le fueron entregados porque su “anuncio de invención” había fenecido dos años antes.
Meucci fue reconocido como el real inventor del teléfono el 11 de junio de 2002, por parte de la Cámara de Representantes de los EE UU.
En 1880, recibió el Premio Volta, y el dinero del premio lo aplicó al desarrollo de un nuevo proyecto: el gramófono, uno de los primeros sistemas de grabación de sonidos conocido, en colaboración con el inventor norteamericano Charles Sumner Tainter.
Alexander Graham perfeccionó el fonógrafo del físico norteamericano Tomás Alva Edison y también inventó la balanza de inducción, así como un prototipo del pulmón de acero, el fotófono, el radiófono, y el localizador de metales dentro del cuerpo humano
Tras su muerte fue incluida la Galería de la Fama de los Inventores en Norteamérica y en honor su se denominó a un cráter de la Luna.
Fallece en Beinn Bhreagh (Canadá), el 2 de agosto de 1922. Ese día el servicio telefónico en los Estados Unidos y Canadá fue interrumpido durante un minuto como tributo a Alexander Graham Bell durante su funeral. Tal había sido la trascendencia que en pocos años había adquirido el teléfono
* Investigadora académica del IIESES de la Universidad Veracruzana