Manuel Martínez Morales
Con tal de tener acceso a los yacimientos de petróleo y así poder extraerlo y explotarlo, las transnacionales –y los estados a su servicio- están dispuestas a desatar sangrientas guerras sin escrúpulo alguno, pero su dominio sobre este recurso no se limita únicamente al saqueo sostenido en la violencia, sino que se extiende también hacia otras esferas como la investigación científica y el concomitante desarrollo tecnológico. Así, podemos constatar que la dependencia tecnológica y el subdesarrollo científico, inducidos intencionalmente a partir de los intereses económicos de las transnacionales, han sido la regla –más que la excepción- en la historia moderna de México.
En particular, la ciencia y la tecnología han estado vinculadas –para bien o para mal- a la lucha por el petróleo. Inicialmente, el desarrollo tecnológico relacionado con la industria petrolera se logra en la Escuela de Ciencias Químicas, la cual apoya también la capacitación técnica de recursos humanos para los procesos de refinación y transformación del petróleo. (L. Corona: La tecnología, siglos XVI al XX, volumen 12 de la serie Historia Económica de México. UNAM, 2004)
Posteriormente, y como consecuencia de la transformación industrial del país y de la necesidad de incrementar la tecnología relacionada con el desarrollo de las industrias petrolera, petroquímica básica, petroquímica derivada y química, el 23 de agosto de 1965 fue creado el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP). En el decreto que se publicó en el Diario Oficial el 26 de agosto de 1965, se establecen como objetivos del IMP: a.) La investigación científica básica y aplicada; b.) El desarrollo de disciplinas de investigación básica y aplicada; c.) La formación de investigadores; d.) La difusión de los desarrollos científicos y su aplicación en la técnica petrolera; e.) La capacitación de personal obrero que pueda desempeñar labores en el nivel subprofesional, dentro de las industrias petrolera, petroquímica básica, petroquímica derivada y química.
Es importante destacar la intención que dio origen al IMP, el cual nació por iniciativa del entonces director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles, quien reconoció que la planeación y el desarrollo de la industria petrolera deberían ser congruentes con las necesidades de una economía mixta. Por esta razón, consideró necesario fomentar la investigación petrolera y formar recursos humanos que impulsaran el desarrollo de tecnología propia.
En respuesta a esta exigencia, el gobierno federal decidió crear un “organismo descentralizado de interés público y preponderantemente científico, técnico, educativo y cultural, con personalidad jurídica y patrimonio propios, cuya función será buscar la independencia científica y tecnológica en el área petrolera”.
La actividad del IMP se ha visto menoscabada reduciendo su presupuesto, porque las actividades de la Secretaría de Energía y Petróleos Mexicanos están enfocadas en buscar opciones que les permitan no solamente continuar con la producción de los hidrocarburos, sino buscar incrementarla, obviamente con el apoyo de tecnología externa –obedientes al mandato del capital transnacional- en tanto que el IMP y las universidades continuarán en el limbo.
Actualmente, al igual que en su origen, el Instituto se caracteriza por el profundo conocimiento sobre Pemex y su negocio, por el espíritu de servicio y de trabajo en equipos multidisciplinarios, por la capacidad para crear tecnología y contribuir al avance de la ciencia en las disciplinas que requiere la industria. (https://www.gob.mx/imp/articulos/destaca-trabajo-de-investigadores-del-imp-en-revista-internacional-174044?idiom=es)
Pero el IMP -al igual que otros centros y universidades en que se cultiva la investigación científica y el desarrollo tecnológico con ánimo nacionalista- está en crisis gracias no a “equivocadas” políticas del Estado mexicano, sino a una intención deliberada para encallar la ciencia y la tecnología autóctonas y favorecer la perenne dependencia del gran capital transnacional.