Investigadores del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (centro mixto CSIC-Junta de Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide) han comprobado que, en personas mayores, la obesidad es un factor asociado al deterioro que sufren las células del organismo. Según los expertos, en este proceso de degeneración celular está implicada la oxidación, mecanismo responsable de la pérdida progresiva de la funcionalidad de las células, tejidos y órganos del cuerpo humano hasta completar el ciclo vital.
Se trata del primer estudio que determina cómo influyen el índice de masa corporal (relación entre el peso y la estatura) y el porcentaje graso de cada persona sobre ciertos parámetros como la oxidación lipídica, un parámetro que se encuentra en la sangre y que se emplea como indicador o medida real del aumento o descenso del desgaste celular vinculado al envejecimiento.
En el artículo publicado en la revista Experimental Gerontology, el equipo ha estudiado determinados indicadores en sangre para demostrar cómo, en personas mayores, la obesidad se relaciona con un mayor estrés oxidativo de sus células, lo que acelera los efectos sobre la salud del paso del tiempo.
“Aquellos participantes con un mayor porcentaje graso y un peso superior al recomendado mostraron un mayor daño oxidativo en sangre, lo que indica un mayor deterioro general agravando el proceso de envejecimiento”, explica uno de los responsables del estudio, Guillermo López-Lluch, investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo.
El estudio, que incluyó a 43 participantes, se inició en el Centro de Día para Personas Mayores de Dos Hermanas (Sevilla) entre los meses de febrero y junio de 2013. “Los voluntarios, todos ellos con edades comprendidas entre 60 y 90 años, fueron citados para una extracción sanguínea en el laboratorio con el objetivo de determinar, mediante el análisis de oxidación lipídica y del colesterol, el nivel de daño oxidativo que presentaba su organismo”.
“En una posterior visita calculamos el índice de masa corporal y el porcentaje de grasa de cada uno de ellos para posteriormente comprobar cómo aquellos participantes con sobrepeso presentaban también un mayor daño celular”, añade.
Adaptación del ejercicio a la edad
Una de las principales aplicaciones es la posibilidad de orientar aquellas estrategias destinadas a promocionar estilos de vida saludables en personas mayores. “Estos resultados aportan nuevas perspectivas sobre los beneficios de la actividad física en edades avanzadas. Asimismo, permiten contribuir al diseño de programas de ejercicio destinados a preservar la funcionalidad de las personas mayores y reducir el sobrepeso en este tipo de población para retardar, el máximo posible, el proceso de envejecimiento”, expone.
Estos datos, según apuntan los investigadores, les han permitido abrir nuevas líneas de trabajo con el objetivo de profundizar en el estudio del comportamiento de aquellas proteínas que se ven afectadas por factores como la obesidad o el sedentarismo y que pueden favorecer un aumento en el daño oxidativo de las células del organismo. “Sería interesante explorar en qué condiciones el acúmulo de grasas propio del sobrepeso afecta negativamente a determinadas proteínas de nuestro cuerpo que desempeñan un papel importante en la presencia de un mayor o menor deterioro celular”, apostilla Lluch.
Estos resultados son fruto del proyecto Estudio de la relación de la actividad física y el envejecimiento con parámetros bioquímicos y antioxidantes en sangre, financiado por el Centro Andaluz de Medicina del Deporte de la Junta de Andalucía y apoyado por Centro Andaluz de Biología del Desarrollo.
Referencia bibliográfica:
Jesús del Pozo-Cruz, Elizabeth Rodríguez-Bies, Ignacio Navas-Enamorado, Borja del Pozo Cruz, Plácido Navas, Guillermo López-Lluch. (2014). ‘Relationship between functional capacity and body mass index with plasma coenzyme Q10 and oxidative damage in community-dwelling elderly-people’, Experimental Georontology. Volume 52, Abril, Pag. 46–54