Para el profesor emérito e investigador de la Escuela de Altos Estudios Comerciales de la Universidad de Montreal, Canadá, Alain Chanlat, el ex presidente y luchador social de Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013), jamás olvidó la función del gerente: administrar. Palabra cuyo origen viene del latín administrāre y significa “al servicio de”. Por ello lo colocó como un claro ejemplo a nivel mundial de lo que es ser un buen dirigente.
El pensador de la administración participó el jueves 22 de mayo en el XI Coloquio Internacional de Cuerpos Académicos y Grupos de Investigación en Análisis Organizacional, que organizaron la Universidad Veracruzana, en calidad de sede; la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa; y la Red Mexicana de Investigadores en Estudios Organizacionales.
Chanlat impartió la conferencia magistral “Líderes no, buenos dirigentes sí”. Primero subrayó que hace algunas décadas no había investigaciones sobre la administración en América Latina, y todo partía de Estados Unidos.
“Había una postura de que la administración era una disciplina universal y eso empezó mi combate, mi lucha para hacer creer que había dimensiones específicas ligadas a los contextos de los diferentes países.”
Añadió que este trabajo académico y científico que marca la diferencia y las necesidades de la administración en cada país y región, se realiza a través de programas de posgrado e investigaciones de las universidades de América Latina.
“Hemos ganado, es decir, la retención de la teoría administrativa de Estados Unidos de ser universal es falsa. Hay dimensiones que son de fundamentos universales, pero hay muchos elementos que son contextuales”, celebró.
Enseguida se abocó al tema de su conferencia. A su consideración, si se observa cómo ha evolucionado la sociedad, en la parte de la administración de las cosas “es un éxito”, porque se apoya sobre las leyes científicas y tecnológicas. No obstante, el panorama es muy diferente en lo que se refiere a la dirección de las personas.
“Hemos visto que en la administración de las cosas –el lugar privilegiado para la intervención de los científicos y la tecnología– hay progresos fantásticos; pero en la parte de la dirección de las personas vemos que es casi un desastre”, insistió.
En otras palabras: “El progreso económico-material no ha dejado de mejorar, pero la situación de la calidad de los dirigentes no ha progresado”.
A lo largo de la conferencia, habló de cómo se puede seleccionar, promover y formar a la gente que dirigirá una sociedad (ya sea empresa o incluso la propia familia). Y aclaró que las terribles consecuencias de los líderes inapropiados no es un tema propio de la época, sino que forma parte de la historia de la humanidad.
Explicó que hay líderes que hacen uso de la “libertad de indiferencia” y otros de “la libertad de perfección” (la primera se refiere a que hacen lo que quiere y la segunda es todo lo contrario, pues toma en consideración a sus subordinados y está rodeado de buenos asesores).
“En la historia de la humanidad hemos sufrido de muchos tiranos que tenían cualidades carismáticas, y con su influencia personal han producido desastres. La lista es enorme.”
Más adelante el también Director del Centro de Humanismo de Gestión y Globalización de la Universidad de Montreal acentuó: “El más grande peligro del dirigente es tener carisma, porque al tener poder puede imponer sus imbecilidades desastrosas”. De ahí que planteara el nombre de Mandela, ejemplo de líder que aplicó la libertad de perfección.
“No se puede ser un buen dirigente sin tener conocimientos de base sobre lo que es un buen humano”, concluyó.