Sandra Isabel Jiménez Mateos *
La humanidad lleva mucho tiempo queriendo establecer contacto con extraterrestres, pero la primera vez que se les mandó un mensaje dirigido específicamente fue el 16 de noviembre de 1974, cuando se emitió el “Mensaje de Arecibo”.
Su envío se hizo tres años antes de que fuera lanzada la sonda Voyager I, el 5 de septiembre de 1977, con el famoso disco de oro con una hora y media de música del mundo, saludos en 55 idiomas, sonidos de la Tierra e imágenes diversas.
El Mensaje de Arecibo se creó también para conmemorar la actualización del Radiotelescopio de Arecibo, denominado así por estar situado en la localidad puertorriqueña del mismo nombre.
El radiotelescopio comenzó a operar el 1 de noviembre de 1963.
Ese 16 de noviembre de 1974 un grupo de astrónomos y funcionarios se reunieron, ahí, al norte de la isla de Puerto Rico para reinaugurar el Observatorio de Arecibo, en ese entonces el radiotelescopio más grande del mundo.
Ese día el telescopio emitió una serie de sonidos durante casi tres minutos, los cuales eran la “traducción” del mensaje a ondas acústicas, porque lo que se envió al espacio fue un pulso de ondas de radio, a la velocidad de la luz, y por tanto inaudibles al oído humano.
El Mensaje de Arecibo, contiene información sobre la situación del Sistema Solar, de nuestro planeta y sobre el ser humano y fue diseñado por Carl Sagan y Frank Drake, junto con otros científicos.
Carl Sagan en esa época no alcanzaba aún la fama mundial que tendría en la década de los 80, pero ya era bastante conocido por ser promotor de la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
Frank Drake, un astrónomo estadounidense, igualmente ya había participado en numerosos proyectos para buscar vida extraterrestre desde que realizó el primero de todos, el proyecto Ozma en 1960.
Mensaje de Arecibo
El mensaje fue configurado de tal forma que un eventual receptor tuviera varias opciones para descifrarlo y comprenderlo; en el mismo iban, por ejemplo, los números atómicos del hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno y fósforo, con los cuales se compone el ADN del homo sapiens, precisamente la especie que mandó el mensaje.
Igualmente se incluía la altura promedio de un ser humano, la población de la Tierra, el Sistema Solar y una imagen del radiotelescopio de Arecibo y su diámetro.
El mensaje tenía una longitud de 1679 bits y fue enviado hacia el cúmulo de estrellas M13 (objeto n.º 13 del Catálogo Messier de objetos celestes), situado en la dirección de la constelación de Hércules, a una distancia de 24,950 años luz, formado por unas 400 000 estrellas.
Este primer intento formal de contacto con alguna inteligencia extraterrestre, por lo mismo del tiempo que tardará en llegar a su destino y lo que tardaría en regresar una eventual respuesta desde el mismo punto, se considera como algo simbólico, como una demostración de los avances tecnológicos de la época, más que nada.
Después de que se difundió ampliamente la emisión del mensaje, hubo múltiples criticas, entre otras, señalamientos de que el mensaje ponía en peligro a la humanidad porque le decía a civilizaciones extraterrestres donde nos encontramos y lo débiles que seríamos ante un eventual ataque de una fuerza capaz de recorrer el Universo para venir a agredirnos.
Radiotelescopio de Arecibo
Carl Sagan defendió su planteamiento en un artículo titulado ‘La vida extraterrestre, a examen’, que escribió para el periódico ABC de España, en junio de 1975: “Tenemos ahora, por vez primera, los instrumentos necesarios para establecer contactos con civilizaciones en los planetas de otras estrellas”.
En ese mismo escrito planteaba que “si el origen de la vida en la Tierra había resultado extraordinariamente fácil, las probabilidades de que exista vida en otros lugares son también grandes”.
La longitud del mensaje, de 1679 bits, no surgió de la casualidad, si no que fue un número elegido porque es el producto de dos números primos y por lo tanto sólo se puede descomponer en 23 filas y 73 columnas o 23 columnas y 73 filas, de forma que quien lo lea deba organizar los datos en forma de cuadrilátero. Esto crea 8 posibles configuraciones (las 8 simetrías de un mismo patrón) que muestran un dibujo no aleatorio. De esas 8 configuraciones sólo la información organizada de la segunda manera (23 columnas y 73 filas), con los unos y ceros ordenados de izquierda a derecha y de arriba abajo genera información coherente.
Leído de izquierda a derecha, presenta los números del uno al diez, también, las fórmulas de los azúcares y bases en los nucleótidos del ADN; el número de nucleótidos en el ADN y su estructura helicoidal doble.
* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana